Como si de una casualidad se tratara, el presidente Moreno Bonilla se prodigaba la semana pasada con anuncios sobre la reapertura de la movilidad entre provincias y otras supuestas bondades de su gestión ante la pandemia. Todo ello, con su permanente lamento y confrontación contra el Gobierno de España por el fin del estado de alarma que, anteriormente, tanto criticó que se mantuviera. También salía para firmar un nuevo pacto vergonzante con Cs y la ultraderecha sobre rebajas de impuestos a una minoría andaluza. De nuevo, ya es casualidad, a la más pudiente; a las empresas y gente con fortuna, como son la deducción para colegios privados -que representan el 4% de la escolarización- o el regalo de 5 millones de euros al sector del juego.

Moreno Bonilla ha vuelto a dejar claro que gobierna y toma decisiones cuando le interesa y para quienes le interesa hacerlo. Ayuda a los suyos dejando de recaudarles un dinero que se destinaba a financiar la sanidad, la educación y otros servicios públicos y, lo que es peor, prefiere coger el dinero que el Estado está enviando a cada comunidad para combatir la pandemia y sus efectos para contrarrestar el ahorro que ha propiciado al bolsillo de quienes más tienen; lo que incrementa la desigualdad social.

Esta pandemia ha logrado tristemente hacer realidad la verdadera cara de un gobierno de derechas ante una sociedad que sufre su peor momento social y económico, sumando superávit en las cuentas públicas cuando tanta falta hace invertir hasta el último euro y en bajar impuestos a quien menos lo necesita y a quien más debe de contribuir por sus actividades empresariales, comerciales y fiscales. La bajada de impuestos al 'estilo Trump', como la definió el consejero de Hacienda, es un insulto y una tomadura de pelo a la inmensa mayoría de andaluces que se quedarán sin rebajas fiscales, con las migajas, mientras que casas de apuesta y grandes fortunas, entre otros, se ven aliviadas gracias al dinero que se recibe del Estado aunque ese no sea su destino. La pandemia no se combate desde la propaganda ni desde una bajada de impuestos a quienes menos han sufrido en esta crisis, sino que se hace invirtiendo en sanidad, en empleo y en ayudar a los sectores más castigados, como el turismo y la hostelería. Sin embargo, nada de esto parece interesar a Moreno Bonilla.

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