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República de las Letras

La desbandá

Uno de los personajes que estaba en Almería en aquellos trágicos sucesos fue el médico canadiense Norman Bethune

Se cumplen hoy ochenta años de "La Desbandá" de Málaga a Almería. En plena Guerra Civil Española, el 7 de febrero de 1937, alrededor de 100000 personas de toda edad y condición huyeron de Málaga ante la inminencia de su ocupación por tropas italianas integradas en el ejército franquista, que en el sur de la península mandaba el general Queipo de Llano. La fama de sadismo, violaciones y asesinatos -extendida por el propio general a través de sus alocuciones de radio- que precedía siempre al paso de las tropas rebeldes conminó a familias enteras comprometidas de una u otra forma con la República legalmente constituida a tomar hacia Almería por la carretera de la costa, lo que se ha llamado en la Historia "La Desbandá". Mujeres, niños y ancianos en su mayoría, fueron entonces acosados por la aviación y la marina rebeldes. Entre los bombardeos y ametrallamientos que sufrieron destacan los lanzados desde el crucero Canarias, en un alarde de su potencia de fuego y su preparación militar contra indefensos civiles. Se produjeron en aquella carretera miles de muertos y cientos de niños llegaron a Almería solos.

Uno de los personajes históricos que estaba en Almería durante aquellos trágicos sucesos fue el médico canadiense Norman Bethune (1890-1939), reputado especialista en tuberculosis, para cuyo tratamiento descubrió una técnica que probó en sí mismo, sanando así de la enfermedad. Llegado a España a fines del 36, organizó la ayuda médica de Canadá y se dedicó a realizar transfusiones de sangre en campaña, convirtiendo su ambulancia en la primera unidad móvil de transfusiones de la Historia. Enterado del trágico éxodo de Málaga, vino a Almería y, desesperado de ver el estado en que llegaban los huidos -hay una dramática foto de él en el Parque intentando ayudarles- y la escasez de camiones en la ciudad, decidió hacer incursiones en la carretera para traerse a cuantos niños, enfermos y moribundos pudo cargar en su ambulancia. De esa experiencia surgió su relato El crimen de la carretera Málaga-Almería. En el 38 marchó a China y allí murió en el 39, asistiendo a los heridos del Ejército Popular. En aquel país se le han erigido monumentos como santo laico, solidario y benefactor. En Almería, por el contrario, ni siquiera se le ha dedicado una calle. Tampoco al hecho histórico de La Desbandá. La ideología no debería impedir el reconocimiento y el recuerdo. Ya es hora.

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