No desert

Existe una nueva era de progreso en la cultura almeriense, marcada por la idiosincrasia local

Hace más de una centena, los españoles tuvieron un amplio debate en torno a si en nuestro país había o no cultura, filosofía y ciencia. La diatriba fue iniciada por Masson en 1782 al afirmar, en los medios de entonces, que España no aportaba nada a Europa en esos campos. La furia ibérica se encendió, como es obvio, y las respuestas sobre si había o no desierto cultural aparecieron en la prensa escrita. Uno de los personajes más conocido fue Menéndez Pelayo que afirmó que sí, en efecto, amén de su visión cultural del Krausismo. En contra, como detractor, figuró Gumersindo Azcarate. A esta polémica, longeva durante décadas y siglos, se sumó nuestro Nicolás Salmerón, en la pose positiva de la duda aunque desde su Krausismo irrenunciable. Finalmente, y en eso coincido, la guerra ideológica sobre si en España había o no intelectualidad quedó más resuelta con la voz de Unamuno. El maestro dijo que sí y que además en España había filosofía propia: la prueba de todo esto era nuestro carácter crítico, nuestra naturaleza contrariante y contrariada respecto a lo ajeno (en mi voz). Llegados a este punto, y si hay que decirlo todo, la polémica no ha concluido. Es más, suele exportarse aún a cualquier lugar: por ejemplo a Almería. ¿Hay desierto cultural aquí? Hace once años, cuando llegué a esta tierra, encontré a muchos emprendedores empresariales. Ese espíritu flotaba en el aire. No obstante en la actualidad solo veo desorden legal, corrupción y caos. Creo que el deseo de emprender se agotó de tanto usarlo. Pero, en otro orden, la Almería cultural de entonces estaba más vacía. Sin embargo con los años la actividad intelectual ha ido creciendo. Hay primeras figuras de la literaria y del cine. Hay una vida teatral y los programas de ocio siempre están llenos. Parece que el espíritu emprendedor se ha desplazado al ámbito cultural y se ha alejado del empresarial. Lo cierto es que no puede decirse que Almería no aporte nada al resto de España, porque si lo hace. Los encuentros poéticos por ejemplo traen ahora mismo a lo más granado de España. Sin ir más lejos Agustín Fernández Mallo estuvo aquí el otro día. Por todo ello argullo, además de que no hay desierto, que lo que más define a esta nueva era cultural almeriense lo marca ese espíritu emprendedor rescatado del otro ámbito. De alguna forma, creo, la idiosincrasia local de siempre sigue existiendo.

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