República de las Letras

Otra desescalada

La fiebre aperturista de los dos fines de semana pasados puede ser pan para hoy, pero hambre para mañana

La Organización Mundial de la Salud ha recomendado a los países europeos no relajar las medidas restrictivas dictadas contra la extensión de la pandemia. Francia, Inglaterra, Holanda y Alemania, no van a reducir sus medidas significativamente. Pero sí España. La mejora de los datos de contagiados, ingresados en ucis y muertos diarios por coronavirus ha tenido, como sabemos, un efecto llamada sobre la apertura de las restricciones en casi todas las comunidades autónomas. En Almería, sin ir más lejos, el comercio ha podido abrir sus puertas y los bares han recuperado las terrazas totalmente, como hemos visto estos dos fines de semana pasados coincidiendo con el buen tiempo y con el carnaval. Como dije la semana pasada aquí, la gente está deseando recuperar su vida, sus afectos, sus hábitos sociales, y aprovecha cualquier conato primaveral para echarse a los parques y paseos marítimos, a las playas y a las calles para respirar unos momentos de lo que se ha dado en llamar nueva normalidad, que no es más que una imitación mal disimulada de la normalidad anterior al coronavirus. Pero… Los peros de la vida son temibles, anulan toda positividad anterior y nos devuelven a esa vieja normalidad que ahora sólo es una realidad aumentada -se dice-, una exaltación, de lo que deseamos que la realidad sea. Porque los virólogos avisan ya de la posibilidad de una cuarta ola de la pandemia. Para la hostelería y el comercio la pandemia está siendo un golpe terrible. Distingamos: para la pequeña hostelería y el pequeño comercio (un inciso: mientras escribo, me llega de la calle el canto del Himno español con letra de Pemán. Me asomo. Es un BMW descapotable. Sigo). Las grandes empresas y los bancos han aguantado muy bien la crisis, incluso han seguido ganando más y más dinero. Pero para los pequeños y medianos, para los autónomos, la pandemia ha sido económicamente destructiva. No pueden soportar mucho más la situación. Les sería fatal una cuarta ola. Sin embargo, la fiebre aperturista de estos dos fines de semana la propicia sin duda. Abrir puede ser pan para hoy, pero quizá sea hambre para mañana. Y más aún si se abre sin haber aprendido nada, si se abre como antes, en las mismas condiciones de precios, atención al cliente y horarios. Para el pequeño empresario eso de reinventarse suena a chino. No hay adaptación a los nuevos tiempos. Hay conservadurismo. Que no haya cuarta ola.

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