Un desmentido

¿Hubiera reaccionado de igual forma el Gobierno alemán si estuviera presidido por su actual ministra de Justicia?

El Gobierno alemán se ha apresurado a desmentir las declaraciones de su ministra de Justicia, doña Katarina Barley, donde se felicitaba por la liberación de don Carles Puigdemont, y en las que definía a la república alemana como un país libre, a diferencia, suponemos, de una España opresiva y tardofranquista. Esta opinión de la señora Barley venía a sumarse a las inesperadas lecciones de Derecho comparado con que la Audiencia Territorial del Schleswig-Hostein ha tenido a bien ilustrarnos, y cuyos efectos han sumido en la perplejidad, el tedio, la exasperación (o el éxtasis, según) a buena parte de la población española.

Dejando al margen el procedimiento judicial, que sigue su curso, queda claro que la señora Barley tiene una opinión muy precisa sobre la calidad democrática de España. En dicha opinión, la democracia española quizá figure como un lobo acucioso y voraz, mientras que el nacionalismo catalán se nos aparece, ay, como un trémulo cervatillo. Bien es cierto que dicho análisis es común a toda esa izquierda reaccionaria y adánica que aún hoy apoya el nacionalismo en Europa. No obstante, que dicho análisis provenga de una ministra de Justicia, ¡socialista y alemana!, no hace sino sumirnos en una profunda perplejidad, que nos lleva a preguntarnos sobre la capacidad humana para aprender de su propia historia. Hay, sin embargo, un hecho destacable que reordena, para bien y para mal, esta insólita ceguera. Y ese hecho no es otro que el desmentido del gobierno Merkel. Para bien, porque recuerda la posición de Europa respecto de los particularismos y su deplorable influjo. Para mal, por cuanto se evidencia la fragilidad de la política europea, y su obvia dependencia del electoralismo interno.

Lo cual nos lleva a una pregunta de suma importancia: ¿hubiera reaccionado de igual forma el Gobierno alemán si estuviera presidido por su actual ministra de Justicia? O dicho de otro modo, ¿hasta cuándo la configuración de los gobiernos europeos será favorable a España? Y subrayemos que favorable sólo significa, en este contexto, que la actual tibieza de la UE no se deslice hacia un claro menosprecio de la democracia española. Por supuesto, esta misma incertidumbre es aplicable a la futura composición del Gobierno patrio, lo cual explicaría, por sí solo, el creciente éxito de C's. Cabe preguntarse, en todo caso, cuánto hay de sólida convicción -cuánto de fantasmagoría volátilH, en ese firme desmentido de frau Merkel.

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