Como si algo se desmoronara

Cuando se echa la vista atrás se toma conciencia de los cambios. Aquí todo es cambio sometido a unas normas inmutables

Estoy cambiando un almanaque. En esta ocasión, cuando descuelgo uno y pongo el otro, vivo algo distinto a arrancar una simple hoja cuando acaba el mes. Certifico, en esos casos, que otro trocito de la vida acaba de pasar. Pero cambiar el almanaque entero es algo distinto. Suele ser que una vieja imagen colgada de mi pared, testigo de tanta intimidad, abandona mi casa, se va al desecho, y otra nueva, desconocida, extraña, ocupa su lugar. Es como si algo se desmoronara. Se trata de una experiencia vital que resulta potenciada tal vez por la edad. Es como si hasta la fecha hubiera ignorado aquel principio de Heráclito, el "panta rei", todas las cosas se mueven, creyendo, como Parménides, que todo es inalterable, que todo permanece. Siempre me viene a la mente una imagen de mi niñez; entonces pensaba que mi calle sería siempre la misma, con los mismos vecinos, con las mismas tiendas del barrio; con el mismo anuncio en la fachada "lámparas Philips ('pilips' leía yo), mejores no hay"; como si aquello tuviera que permanecer idéntico en su aspecto. Curiosamente ese mismo sentimiento ha tomado asiento a lo largo de mi vida creyendo que las mismas relaciones humanas, los mismos servicios, se iban a mantener permanentemente. Es la conclusión de haber tenido una vida sin grandes sobresaltos, si bien los cambios se iban produciendo paulatinamente y eso daba la sensación de estabilidad, como si en el fondo, pese a los cambios, las cosas siguieran existiendo en su mismidad. Pero de pronto, no sé en qué momento, me di cuenta de que todo había cambiado y, lo que es peor, que parte de lo que estaba viviendo pronto dejaría de ser como era. Cuando se echa la vista atrás se toma conciencia de los cambios. De alguna forma, cuando se intenta otear el futuro se empieza a proyectar esa especie de inquietud de qué cambios son los que se avecinan y, sobre todo, cómo resolveré los mismos problemas que se presentarán y que por el momento puedo resolver. Es extraño tener esa sensación de permanencia viviendo en plena naturaleza. Aquí todo es cambio: pero es un cambio reglado, sometido (eso creía yo), a unas normas que se repetían año tras año y eran inmutables. Desde los tiempos de Hesíodo. Pero ahora esos cambios están cambiando: no viene el frío. Algunos árboles parecen estar locos. Aunque ahora está empezando, tímidamente, la floración de los almendros.

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