Libertad Quijotesca

Los desvaríos de Yago

¿Cuál es la calidad humana de los políticos que nos representan? ¿Qué hacen con el poder? Por ejemplo, el vicepresidente

Por los canales de Venecia, Plaza de San Marcos, Shakespeare quiso que caminaran los personajes del drama de Otelo, infeliz prisionero de la inseguridad y miseria de los celos, debilidad que supo atizar sin descanso otro reo de la mezquindad, el oscuro Yago. Queridos lectores tenemos un vicepresidente Yago que no vive: envidia y odia. Sus celos por acaparar el poder absoluto están desbocados. Detesta la felicidad y los logros de las personas con moral, autocontrol y amor por el mérito que supone trabajar día a día para lograr ser libres. Crear, compartir, acordar, vivir…le molesta. Como nos enseñó la antigua Grecia, el secreto del buen gobierno, del equilibrio en el comportamiento del poder está en no dañar y no ser dañados. Aristóteles entendía que la felicidad estaba ligada a la ética; lo que denominó la vida buena. Por su proceder deduzco que Aristóteles le es ajeno, por no hablar de Cervantes o la Escuela de Salamanca, Spinoza, Sor Juana Inés, Galdós ¡y que decir de Clara Campoamor o de Ortega y María Zambrano! Como alguien coherente le haga escuchar que Hannah Arendt escribió un libro que se llama El origen del totalitarismo; no le van a caber en la cocina del chalet los botes de tila alpina. Lo único que le interesa es lo que ha aprendido de Lenin: que la mentira es una herramienta más para hacerse con el poder. Me pregunto dónde irá a encontrar herraduras para cabalgar tantas y tan graves contradicciones político-morales. Por muchos trucos capilares y voz impostada, su discurso no deja de ser una mísera retahíla propagandística que elude cualquier escrúpulo a la hora de usar la historia, o mejor dicho el relato que le interesa, para alcanzar su obsesión de dominio, empezando por su propia biografía. Al vicepresidente Yago no le interesa gobernar España, Nación que desconoce, detesta y difama. Pero cobrar la cuantiosa nómina que procede del dinero público; eso sí le agrada. Pensándolo con detalle ¿y a qué se podría dedicar este hombre si no estuviera en la política profesional? Debemos incentivarlo para que se aventure por este camino. Cuanto antes salga de las instituciones públicas mucho mejor. Buscar trabajo también es una realidad que necesita vivir. Por ejemplo, que busque empleo en el sector de la telefonía móvil que tanto parece fascinarle. No será fácil pero me atrevo a pensar: puede que incluso aprenda que es la humildad.

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