La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

El día más sevillano

Hoy es uno de los días más sevillanos del año. No lo digo yo. Lo dicen la historia, el arte y la costumbre

Más allá del tiempo y del espacio. Allí donde no hay ni pasado ni futuro, sólo un presente perpetuo sin principio ni fin al que los hombres, incapaces de pensarlo o imaginarlo, llaman eternidad. Flotando en un vacío absoluto que a la vez es una total plenitud, movidas sus vestiduras por una brisa misteriosa, ensimismada, reflexiva, íntimamente feliz, pura potencia aún no hecha acto, una mujer joven, casi una niña, une en sí el principio, Génesis, y el fin, Apocalipsis, de las Escrituras. Ésta es la mujer que Dios anunció a la serpiente y prometió a la humanidad ("pondré enemistad entre ti y la mujer") y la mujer de los últimos tiempos ("apareció una figura portentosa en el cielo: una mujer vestida de sol, la luna por pedestal, coronada con doce estrellas"). Ésta es la Inmaculada Concepción de la teología y la Purísima de la devoción popular. El misterio que responde a la hermosa interrogación de San Cirilo de Alejandría: "¿Cuándo se ha oído jamás que un arquitecto se edifique una casa y la deje ocupar por su enemigo?".

Cosas sólo de católicos, se me dirá. No. Cosa, culturalmente, de todos. Y más en Sevilla. Porque el misterio, primero, y dogma, después, de la Inmaculada Concepción ha sido una fuente extraordinaria de inspiración para el arte. Con mucho mayor vigor creativo cuando era afirmación polémica, libre voluntad de creer y clamor popular que cuando fue definición dogmática. Los tiempos son los que son y la definición dogmática se produjo en pleno decaimiento del arte cristiano, ese kitsch de estatuas de yeso y cuadros cursis que el magnífico y tronante Leon Bloy llamó saint-sulpicien por venderse en las tiendas religiosas de la parisina plaza de Saint Sulpice. No era así la Sevilla y la España de los siglos XVI y XVII.

Hablo de Pacheco, de Zurbarán, de Velázquez, de Murillo, de Montañés, de Mesa, de Juan de Juanes, de Mena, de Cano, del Greco… El misterio religioso y el dogma son cuestión de los creyentes. La Inmaculada en el arte es cuestión de todos. Y la devoción popular a la Purísima es historia de Sevilla (hoy hace un siglo que se inauguró el monumento a la Inmaculada de la Plaza del Triunfo). Lo primero puede ignorarse si se quiere: sólo afecta a las creencias. Lo segundo y lo tercero no: son realidades objetivas que enriquecen a quien tenga sensibilidad.

Hoy es uno de los días más sevillanos del año. No lo digo yo. Lo dicen la historia, el arte y la costumbre.

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