mANUEL lÓPEZ mUÑOZ

No digas que has estado en Barcelona

Para mí, viajar no es ver, sino mirar; no es correr, sino pasear, no es comprar experiencias, sino vivir con los naturales de la zona

Circula Cpor ahí un vídeo en el que, para hacerlos conscientes de que son un problema para la ciudad, se le pide a los turistas no contar que han estado en Barcelona. Me parece una tontería todo esto y, sin embargo, algo puedo compartir de esa iniciativa porque, como decía Plinio el Viejo: "no hay libro tan malo que no contenga algo de provecho". Entiendo las molestias que provocan los cazadores de fotos. Me espanta viajar a algún sitio y verme rodeado de hordas carentes de la más mínima noción del respeto: colas enormes en el Louvre para mirar de reojo a la Mona Lisa y hacerse la típica foto en pose de "tocarle las peras" a la Venus de Milo (así lo he oído, disculpen la vulgaridad); colas para hacerse una foto sujetando la torre de Pisa; hordas corriendo por Roma para ver lo más posible antes de que zarpe el crucero; pose de morritos en Trafalgar Square ante el pobre Nelson... Horroroso.

Para mí, viajar no es ver, sino mirar; no es correr, sino pasear; no es comprar experiencias, sino vivir con los naturales de la zona, compartir su pan y su vino. No entendemos nada si no deambulamos por los lugares acompasando los andares y el pensamiento, sin prisas, observando y sintiendo. No comprendemos la Acrópolis de Atenas si no nos sentamos a mirar el mar e intentamos pensar cómo se sentirían los que desde allí veían la flota persa a punto de entrar a sangre y fuego en la ciudad y qué pensaron cuando se vieron libres de su amenaza. No demuestra sentido común sentarse en un bar del Zapillo a proclamar en presencia de un camarero almeriense que: "los andaluces son todos unos vagos": no me lo invento y cumplido zurriagazo le solté a aquella pareja de necios que acabaron pagando la cuenta y marchándose enfurecidos. No hay viaje si no bajamos al interior del alma y miramos desde allí las cosas. Ya se lo decía Séneca a Lucilio: "No está en ningún sitio quien está en todas partes", aunque él hablaba de los que picotean muchos libros y ninguno les aprovecha. Los movimientos contra ese turismo depredador y ávido de fotos sin sustancia pueden parecerme sensatos si obedecen a una postura intelectual de rechazo al "kitsch", la falsa sensación de alta cultura sin estar cualificado para ello que mencionaba Umberto Eco en Apocalípticos e Integrados. Sin embargo, me temo que tras esos vídeos no haya más interés que alejar de Barcelona a quien tenga menos de ocho apellidos catalanes. .

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