¡Rafa, no me jodas!

Rafael Espino

Un domingo cualquiera

ESTOY de acuerdo con Suso en muchas de las cosas que dijo ayer, en otras no, por supuesto. El gaditano razona de forma lógica cuando dice que él solo no pierde los partidos y, por tanto, tampoco los gana. Es normal que haga público su cansancio, y es que se le pita partido tras partido. Independientemente de que la afición sea soberana y pague su entrada, se agradece que los jugadores expresen de forma tan clara su situación aunque carguen contra ella, porque, cuando no lo hacen, somos la prensa y los aficionados los primeros que ironizamos con eso del discurso típico del futbolista (el "somos once contra once"). A Suso no se le ha perdonado, a pesar de pedir perdón, que se durmiera (eso es lo que él dijo) el día de su cumpleaños y no acudiera al entrenamiento. Está claro que detrás de todo hay motivos de los que yo aquí me resisto a comentar y que tienen que ver con lo que la gente cuenta de la vida extradeportiva de algunos futbolistas, la cual, bajo mi punto de vista, puede ser del máximo gozo posible siempre y cuando se rinda al máximo nivel cuando se entrena y cuando se juega. Es lo mismo que me piden a mí cuando me siento en mi puesto de trabajo y lo que se le debería pedir a Suso y a cualquier jugador cuando pisa el césped. El único que sabe si rinde a su cien por cien es el futbolista. Él, más que nadie, debe tener claro si está aprovechando eso de ser un privilegiado o si, por el contrario, lo que está haciendo es desperdiciar eso con lo que sueñan millones de niños: calzarse unas botas y ser jugador profesional. Ya lo decía Al Pacino, con razón, en el discurso más motivador de una película que se ha centrado en aspecto deportivo, Un Domingo Cualquiera: "Podemos salir del infierno. Yo no puedo hacerlo por vosotros, soy muy viejo. Miro alrededor y veo esas jóvenes caras y pienso que he cometido todos los errores que un hombre puede cometer". Es evidente que, si te arrepientes, algo has hecho mal.

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