Un día en la vida

Manuel Barea

mbarea@diariodesevilla.es

El drama (¿o es sainete?) español

El Gobierno es un desastre, pero cuando muchos miran a la acera de enfrente se echan las manos a cabeza

El problemón, con tintes de drama, de muchos españoles a los que el Gobierno les resulta un desastre es que miran hacia la acera de enfrente y se encuentran con la oposición. Y entonces se echan las manos a la cabeza. Ven y escuchan eso, la algarabía y el tiberio y las banderas anudadas al pescuezo como una capa -si al menos fuera sólo la de España, pero se ve cada cosa, como ese niñato que agita la de la Cruz de Borgoña- reivindicando libertad. ¿Qué libertades les han pisoteado a estos? ¿Contra qué carencias gritan? ¿Cuál es la opresión que sufren? ¿De qué nivel es la miseria que padecen en sus hogares que se han visto obligados a salir a la calle a exigir de una vez por todas soluciones para acabar con ella? ¿Quiénes son esos policías bolivarianos o, como algunos de sus ideólogos afirman sin rubor, comisarios estalinistas que los hostigan y persiguen? ¿Cómo es que lo del Gobierno "frentepopulista" y hasta "marxista-leninista", por seguir ya con las exageraciones de esta peña, es "propaganda" -que lo es- y lo de ellos es crítica espontánea, libre y legítima de ciudadanos independientes aglutinados en un movimiento tras el que, afirman, no hay formación ni asociación política de ningún tipo? ¿Por qué cuando se les ve en las fotos y en las imágenes de televisión se descubre a tantos que en 2011 veían a los indignados del movimiento 15-M como unos revolucionarios facinerosos antisistema y sin embargo presentan su indignación de ahora como una operación de salvamento nacional poco menos que promovida por la Liga de la Justicia?

Y a todo esto, en la otra acera, el sinsentido de anteanoche. El acuerdo para la derogación de la reforma laboral del PP. La portavoz socialista, Adriana Lastra, compartiendo firma con quien representase a Bildu -ni lo sé y me importa un bledo- sin necesidad de tener que hacerlo: si el Gobierno buscaba la prórroga del estado de alarma y la tenía asegurada sin el voto batasuno, ¿a cuento de qué, otra vez, ese conchabe? Y a continuación la posterior rectificación del PSOE -rectificar no es de sabios, ya está bien, rectificar es señal de que se mete la pata hasta el corvejón- sobre el contenido del acuerdo, que no es "íntegra" -¿entonces qué carajo derogan?- sino que se trata de la "recuperación de derechos laborales".

Ya me pierdo, no sé si el problemón de esos españoles entre ambas aceras tiene tintes de drama o es un puto sainete.

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