Utopías posibles

La educación de las élites

Hemos de procurar para nuestros hijos e hijas y para todo el alumnado el mismo máximo nivel que quieren las élites

Leo con sorpresa una noticia estos días: "los hijos de grandes empresas tecnológicas, se educan en centros sin ordenadores, tablets, o dispositivos móviles". De entrada, creo que se parte de una generalización precipitada, y estaría por ver si realmente es así. Pero en cualquier caso, no deja de ser llamativo que quienes más invierten en que "los demás" utilicemos las tecnologías en educación, no lo tengan tan claro con sus propios hijos e hijas.

Lo cierto es que la élite siempre lo tuvo claro, y hay mucho escrito desde la perspectiva de la pedagogía crítica, respecto a que quienes diseñan los sistemas educativos, junto a grandes corporaciones, poderes económicos y demás, quieren "nivel, nivel y más nivel" para sus propios hijos e hijas… y al resto, mantenerlo entretenido, feliz, abriendo debates, discusiones y batallas entre las familias y el profesorado, muy rentables económicamente...

No seré yo quien defienda que no se usen tecnologías en educación. Ni tampoco que se usen a toda costa. Creo que en esto, también, la virtud está en el equilibrio, y que mucho más importante es cambiar la metodología del profesorado, abrir las escuelas a la comunidad, al entorno, hacer una escuela auténticamente democrática, y mil aspectos más. La tecnología facilitará enormemente conseguir estos fines, pero si no tenemos claro el camino, todo quedará en un mero entretenimiento inútil, una especie de "pan y circo" del siglo XXI.

Hemos de procurar para nuestros hijos e hijas y para todo el alumnado el mismo máximo nivel que quieren las élites. En esto consiste la educación pública y la igualdad de oportunidades. Por tanto, con tecnología o sin ella, con una metodología u otra, al final hay que conseguir que todo el alumnado desarrolle al máximo sus potencialidades, y alcance cuantos más contenidos y competencias clave, mejor. Si a todo esto le añadimos una perspectiva crítica, transformadora y democrática, tendremos la combinación perfecta. Necesitamos personas muy formadas para cambiar el mundo, necesitamos a las mejores. En todo. Además, es urgente. El tiempo de escolarización es muy limitado, y si no queremos una sociedad resignada o fácilmente manipulable, ni tampoco una revolución panfletaria y superficial, hay que ponerse manos a la obra. Dejemos a un lado debates estériles sobre la forma, y vayamos al fondo. Necesitamos élites dialógicas, democráticas y trasformadoras.

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