Utopías posibles

La educación informal

No sé si será cierto, pero lo que sí es verdad es que cualquier cosa que queramos saber la tenemos a golpe de clic

Muchas personas piensan que no vale para nada, que es una pérdida de tiempo, que los niños y niñas deben dejarse de tonterías y estudiar, que para eso está la escuela. El profesorado, las familias y en ocasiones la propia normativa consideran que cuantas más horas de matemáticas, lengua e inglés tengan los chavales, más preparación van a tener para su vida futura. Sin embargo, lo que sucede muchas veces es el efecto contrario. La sobrecarga horaria les desmotiva por completo.Hoy en día, la sociedad de la información y del conocimiento ofrece más posibilidades formativas que nunca. Se dice que en un solo periódico hay más información que la que podía conocer una persona de la edad media en toda su vida. No sé si será cierto, pero lo que sí es verdad es que cualquier cosa que queramos saber la tenemos a golpe de clic, o en el teléfono móvil.

Además, buscamos información en las situaciones más insospechadas: a partir de una conversación distendida, por algo que hemos visto en televisión, para mirar el tiempo, leer noticias, curiosear, o simplemente por aburrimiento. Pero no solo eso. Las posibilidades de formarse fuera de la escuela (salvo en contextos rurales, o muy aislados) son enormes: desde mindfulness hasta cocina, pasando por todos los idiomas, deportes, músicas, bailes, pinturas y teatros imaginables. Hay vida más allá de los contenidos de las distintas asignaturas. Hay vida más allá de los medios digitales. Los contextos informales, como una salida extraescolar, una convivencia, un viaje, una actividad complementaria en horario escolar, un coro, un teatro, actividades deportivas... nos ofrecen posibilidades educativas imposibles de conseguir en el aula. Sería bueno detenernos a pensar en la importancia de vernos y reconocernos de verdad. Como personas, no en el encorsetado rol de profesor y alumno.

De manera distendida, sin la rigidez de los horarios, las normas y los contenidos. La autenticidad, la sinceridad, el hecho mirarse a los ojos y mantener una relajada conversación, seguramente conseguirán mucho más que todos los planes de convivencia, refuerzos o adaptaciones que ideemos. Solo entonces, escuchando y compartiendo, se pueden multiplicar los aprendizajes y experiencias desde dentro hacia fuera y desde fuera hacia adentro. De lo formal a lo informal, y viceversa. Un camino de ida y vuelta. La vida y la escuela se mezclan, dando sentido a todo.

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