A Son de Mar

Inmaculada Urán / Javier FornieLes

A por ellos/as, ministra

Ni el franquismo ni la Transición hicieron nada por evitar las miradas libidinosas. Ahora es preciso tomar medidas drásticas

Ha llegado el momento de ser sinceros. La ministra Montero ha puesto los puntos sobre las íes y ha destapado una realidad que nadie quiere ver. Yo misma me siento obligada a decir la verdad. Mi marido, mi propio marido, hubo un tiempo que me lanzaba miradas libidinosas. No me he dado cuenta de la gravedad hasta que la ministra lo ha aclarado. Él está profundamente arrepentido, pero lo cierto es que me miraba las piernas y el culo, y apenas se fijaba en mi natural inteligencia. Es horrible, lo sé, pero estas cosas hay que confesarlas y admitirlas.

Ni el franquismo ni la Transición hicieron nada por evitar las miradas libidinosas. Ahora es preciso tomar medidas drásticas. El burka podría ser una muy buena solución. De ahí la excelente relación que la ministra y su pareja mantienen con Irán, el único país que ha sabido cortar de raíz el problema. Pero no es suficiente: el mal está extendido. El burka no evita que los hombres persigan las formas que se insinúan bajo los pliegues de la tela. ¿Cuánto tardaría la naturaleza de los hombres, tan deformada por el capitalismo, en observar si la impúdica forma de las caderas se adivina al subir una escalera?

El burka debe ser solo el primer paso. Si queremos acabar con el machismo, hay que ser implacables. Bastaría con una simple lobotomía, pero ¿está la sociedad patriarcal preparada para aceptarlo? Se podría también imponer que los hombres lleven una venda en los ojos. Esta solución podría además crear muchos puestos de trabajo ahora que tanto se necesitan: cada hombre tendría que contratar y salir a la calle con un lazarillo. Y, para evitar que las risas femeninas enciendan el machismo, nada mejor que obligar a los hombres a llevar unos auriculares y escuchar La perfecta casada o las sanas consignas del Ministerio.

Algunos timoratos confunden la ingeniería social y las palabras de la ministra sobre la lujuria masculina con el nacional catolicismo de los años cuarenta, pero los fines revolucionarios son muy diferentes. ¿Puede haber algo más progresista e igualitario que las mujeres con burka y los hombres con los ojos y las orejas tapadas?

Ánimo, ministra, a seguir luchando sin descanso. Podemos. Y nosotras, si llevamos menos de 10 años casadas, ojo y vigilancia estricta. Denunciad, si es preciso, a vuestros maridos. La lujuria está ahí al acecho como el coronavirus. No se ve y aun no hay vacunas.

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