El empleo de 2018

Ambos datos, afiliación y descenso del paro, acreditan, pues, que la provincia crea empleo

No es fácil predecir que deparará el futuro, y si no, que le pregunten a la Presidenta en funciones de nuestra Comunidad como veía el porvenir hace menos de dos meses. Pese a ello, una mirada a lo sucedido este año en el mercado laboral, especialmente el almeriense, orienta respecto a lo que podemos esperar.

Con 2018 finalizan en Almería seis años continuados de reducción del paro registrado. Hoy aparecen registrados 22.784 desempleados menos que en 2012, que sería como si durante 2.190 días, el paro se redujera en diez personas cada uno de esos días. Seguimos, por tanto, en la carrera de la operación retorno a los niveles de 2007 (ya saben, el año anterior a que pasara todo) Para alcanzarlo el desempleo aún debería bajar otros 26.000 parados y, por lo que veo, eso no serían 7 años más. En realidad se antoja imposible. Por dos motivos.

El primero es el crecimiento de la población. Somos más y, lógicamente, más en edad laboral. La provincia tiene 62.707 habitantes más. Se trata del cuarto mayor crecimiento de España -casi el 10%- mientras otras, como Zamora ha perdido al 11,50% de su población o Lugo la suya en 8%. Hay más parados, en principio, porque somos más. Y así, este diciembre el total de afiliados a la Seguridad Social en Almería llegó a su máximo histórico, una media de casi 296.000, cifra que supera los tres anteriores récords alcanzados además en el último año.

Ambos datos, afiliación y descenso del paro, acreditan, pues, que la provincia crea empleo, pero -y aquí va la segunda razón por la que creo que no se alcanzará el nivel de paro de 2007- lo hace cada vez a un ritmo más lento. En estos seis años hay dos períodos distintos. El primero desde 2013 a 2015, en el que el desempleo se reduce cada año más que el anterior. Ese 2015, terminó con 7.147 parados menos. A partir de ahí, el descenso del paro continúa, cierto, pero a un menor ritmo. En 2018 ha bajado 2.447 personas, el dato más bajo en estos seis años. Por un lado las plantillas estaban muy ajustadas durante la crisis, así que el aumento de actividad supuso la necesidad inmediata de aumentarlas. Esa necesidad se modera con el tiempo. Por otra parte, Almería es muy sensible, por sus exportaciones, a las incertidumbres del mercado exterior, agravado este año por el Brexit.

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