Metafóricamente hablando

Antonia Amate

Los enigmas de la historia

Durante siglos el ser humano se ha maravillado de las grandes obras producidas por la humanidad, mucho antes de que se inventara la rueda, o la maquinaria, más o menos sofisticada que permitiese acometer tan fastuosas edificaciones. Hemos visto, fascinados, la envergadura de las obras faraónicas, de las que aún hoy los investigadores, arqueólogos, arquitectos, etc….se preguntan cómo pudieron llevarlas a cabo. Mover moles de piedra de toneladas, por vías rudimentarias desde cientos de kilómetros, o colocarlas a alturas considerables, sin contar para tales logros la maquinaria que lo hiciese posible (según creen, estos científicos) producen verdadera fascinación entre los estudiosos. Sin embargo, la verdadera fascinación la vemos diariamente en nuestras calles, y es un milagro que no nos invadan los estudiosos para hallar las claves de nuestra portentosa paciencia, que excede con mucho a la del Santo Job. Hace aproximadamente un año se acometió una obra de remodelación de una calle de esta ciudad. Aproximadamente 250 o 300 metros lineales (ruego disculpas si hay error en la apreciación de la longitud, ustedes deben de entender que una es de letras…). Lo verdaderamente prodigioso no es que lleven unos doce meses, enfrascados en tamaña hazaña, no. Lo verdaderamente sorprendente, es la santa paciencia de los vecinos y comerciantes afectados, sobre cuyas "sacrosantas" cabezas cae todo el peso de la espera, y el entorpecimiento de la vida cotidiana, que aún no ha acabado, amenazando con continuar otro año más. Creo que el enigma es: como han podido, y pueden, subsistir los comerciantes de la zona? Y que terapia practican para permanecer en tal estado de latencia, que parecen no existir?. No crean que el enigma es baladí, esto solo pasa aquí, como comer migas cuando llueve. Yo desde luego no puedo ni dormir, entre las preguntas que me asaltan sobre los enigmas planteados, y la curiosidad de ver la faraónica obra terminada, que amenaza con ser declarada monumento de la humanidad. Y eso he de confesar, que me hace muchísima ilusión: por fin vamos a recibir los visitantes y turistas que esta ciudad se merece, crecerá la venta del comercio del Centro, y los bares se abarrotarán de clientes. No en vano somos la ciudad de la gastronomía y ALMERÍA SONRIE!, aunque sea con la boca cerrada y los labios apretados. Ser la cuna de uno de los mayores enigmas de la humanidad atraerá, sin duda. Que tiemble Egipto y sus pirámides, les ganamos por goleada.

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