Comunicación (im)perinente

Francisco García Marcos

El enorme ejemplo de un país pequeñito

Ese logro no es nuevo, sino fruto de un trabajo sistemático, experto y organizado desde hace tiempo

Un país pequeñito, como un largo lagarto verde en medio del océano, bloqueado desde hace décadas, con apenas el respiro indispensable para proseguir, pero que continúa navegando en su mapa, con ojos de piedra y agua. Un país forzado a contar sus recursos, a administrarlos de la mejor manera posible porque no son opulentos, a discriminar lo fundamental de lo contingente y distribuirlo con minucia. Un país que preserva a ultranza la sanidad y la enseñanza públicas, como una seña de identidad nacional, tatuadas bajo su corona de azúcar. Ese país ha sorteado más que dignamente la pandemia de Covid-19, a pesar de que ha sufrido un último y duro embate, tras flexibilizar la llegada desde el exterior en Navidad. Con todo, su sistema sanitario se ha mostrado eficiente, respondiendo con éxito a todas las dificultades, incomparablemente mejor que el de sus malhadados vecinos del Mar de las Antillas, que también Caribe llaman. El país no puede invertir miles de millones de dólares en comprar lo que otros fabrican, ni someterse a sus atroces leyes de mercado, incluso en circunstancias dramáticas de pandemia mundial. Tampoco lo necesitan. Han sido capaces de desarrollar su propia vacuna, de empezar a inocularla en su población y de dibujar un horizonte factible para alcanzar el 70% de inmunidad en agosto, como en la UE, pero solos, junto a la orilla del mar. Ese logro no es nuevo, sino fruto de un trabajo sistemático, experto y organizado desde hace tiempo. El Frente Biológico, el encargado de coordinar estas investigaciones, se fundó en 1981 y cuenta con especialistas de máximo nivel. La vacuna actual, por tanto, es la consecuencia directa de un proceso, de una infraestructura, de una pauta de actuación nacional. La inmunidad de su población será un extraordinario logro colectivo. Allí no hay restricciones, ni patentes, ni juegos de mercado o consecuencias geopolíticas de la intervención sanitaria. Simplemente es una acción social, orientada hacia toda la población sin distingos, gracias al esfuerzo de un país que ha sabido formar científicos expertos, darles espacio adecuado para trabajar y confiar acertadamente en ellos. Han respondido de manera ejemplar, poniendo una vacuna eficiente a disposición de sus vecinos, a pesar de que EE. UU. les han negado la venta de repuestos para el instrumental científico, apretando el nudo que los asfixia, también en estos tiempos. No hablo de política. Esto va más allá de la política. Hablo de responsabilidad con los ciudadanos, de atención hacia una sociedad, de sensibilidad con los vulnerables, de esfuerzo colectivo en la consecución de un objetivo que es un bien común; por encima de todo, hablo de la dignidad de un pueblo. Esos son valores que cualquier dirigente, del color que sea, debería preservar por encima de matices y condicionamientos. Hablo de Cuba, de Soberana, de un ejemplo para todos. Que no lo olviden los marinos que están en la fija guardia.

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