Opinión

Antonio Hernando Vera

Abogado

Entre la esperanza y la desesperación

Una famosa conferencia pronunciada por D. Joaquín Ruiz Jiménez en el Club Siglo XXI, llevaba por título "la democracia entre el encanto y el desencanto". Corría la primavera de 1979 y muchos prestigiosos intelectuales veían con cierto desasosiego la plasmación del tránsito hacia la democracia. Más de cuarenta años después tendemos a idealizar aquel tiempo histórico, porque sobre sus cimientos se ha construido la mejor historia de España. Pero en aquel momento existieron dudas, y aunque se alcanzaron acuerdos y se consiguieron muchos objetivos, hubo también desencuentros y renuncias. El título de la conferencia de Ruíz Jiménez revela que cuando se está dentro de la crisis, es muy difícil ser optimista.

En estos días de desasosiego, de confinamiento y cifras espeluznantes que hielan nuestros corazones, es muy complicado el optimismo. A pesar de que todos los días vemos miles de ejemplos para la esperanza, sigue siendo mucha la desesperación. Al conjunto del país le infunden esperanza los hombres y mujeres que superan la enfermedad y salen victoriosos de las UCIS. Nos proporciona esperanza las personas que consiguen que España siguen funcionando, los millones de héroes anónimos que hacen su trabajo con abnegación y responsabilidad. Nos desespera ver a la generación de nuestros abuelos, que tantos sacrificios hicieron por nosotros, al albur de la enfermedad. Nos causa un inmenso dolor no poder siquiera estar con ellos en sus últimas horas o no despedirles como se merecen. También causan indignación ciertas escaramuzas políticas. Debates y reproches que tienen más que ver con la forma que con el contenido y el objetivo de las mismas medidas adoptadas. Es cierto que en democracia la forma es parte del fondo, pero en un tiempo de urgencia, de necesaria improvisación, no debería ser más importe el foro que el huevo. El gobierno de España y los gobiernos autonómicos están tomando muchas medidas, algunas muy dolorosas y otras controvertidas, pero todas adoptadas con la única intención de impedir la propagación de los contagios y derrotar a la pandemia. Las cifras empiezan a revelar que, a pesar de que resta un doloroso camino, el conjunto de decisiones que se han tomado va en la buena dirección. Al estar inmersos en la crisis, encerrados en la intimidad de nuestros hogares, desesperados por la inhumanidad de las cifras, no somos capaces de ver que España tiene muchas razones para la esperanza.

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