Opinión

Antonio Hernando Vera

El espíritu contra el Covid-19

Prefiero quedarme con lo mejor de este gran país, que es mucho más que lo malo o lo menos bueno

Es lamentable que una ex consejera del gobierno de la Generalitat de Cataluña se permita la desfachatez de burlarse de la situación del COVID-19 en la Comunidad de Madrid. La abrumadora avalancha de críticas hizo que la señora Ponsatí borrase su tuit, espero que avergonzada. Me quedo con los que desde las propias finalistas nacionalistas y catalanistas, como Marta Pascal, hasta hace poco senadora del PDeCat, afearon a su antigua correligionaria tan injustificable actitud.

Es incomprensible que el presidente de la Generalidad de Cataluña aproveche la mayor crisis de salud pública hasta donde alcanza nuestra memoria, para proseguir con sus reivindicaciones independentistas y seguir rivalizando con el gobierno de España respeto a competencias en sanidad o seguridad, cuando de lo que se trata es de salvar vidas y evitar una propagación descontrolada del virus. Me quedo con la actitud de todos los partidos vascos que, escuchada la propuesta del lehendakari Urkullu, aprobaron por unanimidad posponer las elecciones sine die. Porque al derecho a la participación política hay que anteponer el derecho fundamental a la vida y la integridad física.

Es ridículo y, sobre todo inútil a estas alturas, que dirigentes de algunos partidos salgan en redes sociales y páginas web criticando al gobierno de España y lanzando descalificaciones respecto a las medidas adoptadas o al momento para hacerlo. Tiempo habrá de ver en que hemos fallado, de discernir responsabilidades y, sobre todo, de evaluar como podemos mejorar. Me quedo con los presidentes Puig, Moreno Bonilla, Feijoo o Vara respaldando al presidente Sánchez y remando a su lado para derrotar al coronavirus.

Es infantil e irresponsable que haya ciudadanos que intentan burlar las restricciones a la movilidad, ir a la playa o al campo como si nada pasase o sacar 10 veces a pasear al perro. Me quedo con los millones que permanecen serenamente en sus casas, y que a las ocho de la tarde aplauden con emoción y agradecimiento el esfuerzo del personal sanitario que se desvive por salvar vidas.

En estos momentos prefiero quedarme con lo mejor de este gran país, que es mucho más que lo malo o lo menos bueno. Me quedo con las ganas de trabajar codo con codo para vencer a la epidemia. Me quedo con el espíritu que está naciendo a raíz del combate contra el COVID-19. Un espíritu que se debe aprovechar para propiciar una auténtica conjunción de voluntades, una concertación nacional de fuerzas para ganar esta batalla y para sacar al país de la difícil situación que nos espera.

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