Luces y Razones

Antonio Montero Alcaide · Juan Antonio Muñoz Muñoz

El exorno vivifica

El exorno vivifica

El exorno vivifica

Cuando las calles se estrechan, la vida doméstica parece estar más cerca. O la vecindad se aproxima, sin que haya de presuponerse, generalmente, que eso bastará para disfrutar de las virtudes y los socorros de la buena vecindad. Asimismo, en el callejero urbano, los jardines y las plazas resultan de la ordenación de las zonas verdes, como reservas donde la edificación no sigue ocupando terreno, o se hace más “amable” por menos acaparadora. Otra cosa es, sin embargo, este cuidado exorno de las fachadas. Y aunque no puedan ponerse puertas al campo, sí parece que estas puertas sean del campo porque se abren entre una verde floresta. Puede hacerse, entonces, el ejercicio de imaginar esta misma fotografía sin las plantas y macetas, desnudas las fachadas como habitualmente están en el callejero, y reparar en los alicientes o acomodos que procura el cuidar este sencillo vergel urbano -contradicción aparte o buscada-. No solo a quienes encuentran morada en estas viviendas floridas, sino a los transeúntes habituales u ocasionales, incluso a quienes tan solo contemplen esta imagen. Ya que la evocación, por sí misma, predispone las sensaciones acrecentadas con la presencia o la cercanía. El exorno, en fin, adorna y hermosea, vivifica.

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