Aseguraba Oscar Wide que el tiempo es una pérdida de dinero. Si sustituimos tiempo por temporalidad, tenemos la definición de nuestro mercado laboral. La temporalidad es una pérdida de dinero. Lo es para quien entra y sale del mercado laboral y, también, para el contribuyente. Y así, cuando el paro sube aumenta el gasto y cuando baja, también. Hubo un período intermedio en el que subió el paro y bajó el gasto, pero se debió a la actuación conjunta de la cronificación de miles de personas en paro -estar en paro agota la protección- y los recortes, sobre todo del subsidio de mayores. En Almería, por ejemplo, fue en julio de 2010 cuando se llegó al pico más alto de gasto. Solo ese mes se abonaron prestaciones por desempleo por valor de 53 millones. Así no puede extrañar que si hasta 2009 en España la factura del paro era de unos 13.500 millones, en el período 2009 a 2013 fuese de 31.000. Esas cifras ya nos plantean una pregunta ¿un país que en 2007 tenía la tasa de paro más baja de su historia cómo pudo gastar 13.500 millones en pagar el paro? Y la respuesta la sabemos, la temporalidad. El círculo empleo - desempleo, la rotación de muchas personas por el mismo empleo y la recolocación, la misma persona entrando y saliendo del mismo empleo.

Avanzamos hasta 2019, en el sexto año de crecimiento del empleo. Su recuperación se ha hecho a la española, con alto crecimiento del empleo a tiempo parcial y temporal. Así pues, los trabajadores han vuelto, a base de estas salidas y entradas a reunir derechos para el cobro del paro. Fijémonos que, en mayo, casi la mitad de las personas que accedieron a cobrar la prestación por desempleo, lo hicieron porque habían finalizado un contrato temporal. Como contrapunto, sólo el 1% accedió por medidas de flexibilidad laboral, como suspensión o reducción de jornada. Es decir, conservar al trabajador no es una prioridad. Total, que no ahorramos. En mayo, por volver al ejemplo almeriense, el fin de la campaña agrícola elevó el paro en 1.800 personas. Mientras, el total de personas cobrando algún tipo de protección por desempleo subió en 4.798. Aquí sumamos a reunir derechos para paro, la recuperación del subsidio para mayores de 52 años. De hecho, hay casi un tercio más de beneficiarios de esa protección que hace un año.

La temporalidad, por tanto, dispara la factura del paro. Al tener que pagar desempleo, quedan menos fondos y medios humanos para dedicarlo a las políticas activas que ayuden a la inserción laboral, que para colmo de males muchas veces se destinan a subvencionar esos contratos temporales.

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