Desde mi experiencia

José Miguel Ponce

La felicidad de consumo

En los últimos años se ha producido un aumento casi exponencial de crisis de angustia, ansiedad...

Todas la personas buscamos la felicidad y, sin embargo, nunca como en nuestros días nos habíamos sentido tan infelices. Seguramente nunca como en nuestros días habíamos alcanzado cotas tan altas de bienestar; sin embargo, esa medida no coincide con nuestra percepción de la felicidad.

En los últimos años se ha producido un aumento casi exponencial de crisis de angustia, ansiedad, depresiones, fobias, obsesiones, trastornos de la conducta alimentaria, hiperactividad, adicciones o ludopatía. Nunca habíamos consumido tantos tranquilizantes, antidepresivos y ansiolíticos. La insatisfacción de muchas personas que viven satisfechas, el malestar en la sociedad del bienestar, el sinsentido en el balneario del placer es una realidad contradictoria con la que nos hemos acostumbrado a vivir. ¿Será que no sabemos ser felices? ¿Será que no sabemos qué es la felicidad?

A esa felicidad a la que aspiramos le ponemos mil nombres: dinero, salud, prestigio social, tranquilidad, seguridad, éxito profesional, placer, bienestar… pero no sabemos exactamente qué es. Creemos que en "esas cosas" debe consistir la felicidad, que basta con encontrar "algo" que, como una piedra filosofal, convierta nuestra vida en un camino de rosas. El objetivo parece consistir en poseer algo que por sí mismo nos haga ser felices, como si la felicidad tuviera la forma de un condicional: "Yo sería feliz si…", como si fuera un artículo de consumo o el resultado de una estrategia de Marketing

Pero la felicidad no está en venta y no se puede comprar, aunque sea algo que valoramos mucho. Ya lo decía Machado: no hay mayor necio que el que confunde valor con precio. No hay dinero en el mundo para comprar la felicidad.

La felicidad es consecuencia del sentido que demos a nuestra vida, de querer y sentirse queridos. Esto se experimenta cuando ayudamos a alguien a resolver un problema o a satisfacer una necesidad. Haz la prueba. Procura ser solidario con los que menos tiene, piensa más en los demás, practica la generosidad, también de tu tiempo para escuchar o acompañar, y verás cómo te sientes más feliz. La felicidad de consumo acaba consumiendo nuestra felicidad.

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