La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

El final de las torturas del verano

¡Al suelo que está al caer la moda de enviar los niños a Gales y le tocará soportar el relato en sus próximas cenas!

Si usted está leyendo estas líneas es señal de que ha superado todas las pruebas que agosto reserva para un buen número de los seres humanos que habitamos por estos lares y disfrutamos de la cultura del bienestar del denostado Occidente. Enhorabuena si ha pasado con nota las insufribles tertulias en las que se ha visto atrapado en la orilla, en un velador o en el vagón de un tren, todas ellas con sesudos analistas expertos tanto en la evacuación de tropas de Kabul como en las formas de cocinar el tataki. Probablemente haya fracasado en su intento de reencontrarse con el silencio, pero no se preocupe porque seguro que el otoño le brinda otra oportunidad si sale en condiciones de estos días de calor húmedo septembrino. Sea positivo, se merece usted un homenaje tras superar a ese amigo que le dio toda suerte de detalles del viaje de su hijo a Irlanda. ¿En qué momento le preguntó usted por la educación del chaval? En ninguno. Pero se tuvo que tragar el relato completo. Sea comprensivo, pues los últimos estudios apócrifos de prestigiosas universidades extranjeras concluyen que siete de cada diez padres que envían a alguno de sus vástagos a estudiar fuera de la Piel de Toro es para poder contarlo en una cena. Usted, por lo tanto, es un eslabón fundamental de esa cadena de la sociedad de consumo. Y agárrese porque la cosa se pondrá la mar de intensa con la princesa Leonor en Gales. ¡Al suelo que viene una nueva moda! Siga pensando en positivo, es septiembre y ya no tendrá que explicarle más a los madrileños las causas del triunfo de Vox en el Sur, que es como se refieren a Andalucía, ni si Juanma ("Ese chico tan majo") convocará elecciones antes de tiempo, ni los posibles destinos de todos los enchufados de Ciudadanos, los mismos que constituyen la otra administración paralela... Todo eso se acabó. No hay tortura que dure más allá de un agosto. Usted ha sufrido en silencio... a los madrileños. Los mismos a los que hay que agradecer que hayan llenado las playas de Andalucía, como bien refería Fernando Santiago en estas páginas. No oirá más los relatos sobre los efectos de Filomena, los elogios desmedidos a Ayuso, ni la lista preferida de tabernas de Abascal, Santi para todos, porque todos, al parecer, disponen de su teléfono móvil. Todos saben dónde se pusieron pelo el líder de Vox y el ex presidente de Ciudadanos. España está poblada de expertos en ingeniería capilar que tienen la poca vergüenza de soltar: "Te puedo recomendar para que te lo miren". Estas tertulias de verano tienen el peligro avieso de un pitón afilado. Son casi mejores las tertulias de la radio, muchas de ellas de pescadito en blanco. Los madrileños se mojan más que muchos periodistas...

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