Es la flor del almendro

Y en paralelo, y pese a sus muchos años, quien esto escribe también se rejuvenece, se recrea

Ni el almanaque ni el reloj. Ninguno de los dos marca en estos momentos de mi vida el inicio de un nuevo ciclo. El reloj puede ir dando las campanadas de las doce y comerme las uvas y abrir el cotillón y ponerme la nariz postiza (esto hace mucho tiempo que no lo hago). Y puedo quitar el viejo almanaque caduco, sustituirlo por otro nuevo y arrancarle la primera hoja que luce pomposa un "2022". Todo eso puedo hacerlo, pero son ritos que no me dicen nada, que no son significativos. Yo tengo un nuevo alfa, es un alfa que además coincide con un omega, principio y fin de la vida.

Puede que como agricultor no pase de ser un simple aficionado, pero son los cambios en la naturaleza los que me dicen que algo se acaba y que algo empieza. La señal la da la flor del almendro. Desde que el sol termina de caer observo día a día con detalle las ramas de los almendros, veo en sus ramas los capullos que se hinchan y espero con ilusión la primera flor del almendro que, abierta, ya me dice que renace la vida. Curiosamente coincide con el fin de la recolección de la oliva, el omega, que marca el cierre del ciclo. Es como si me hubiera convertido en un nuevo Hesíodo. Y por fin revienta el primer capullo y a los pocos días los almendros se visten de blanco o de un color rosado que contrasta con el ocre generalizado de la tierra. Y se mezclan con los azulados de los romeros y con los algo añejos amarillos de las albaidas. Y empieza el zumbido de las abejas entre las ramas de los almendros y los tallos de los romeros. Es el auténtico resurgir la vida. Y en paralelo, y pese a sus muchos años, quien esto escribe también se rejuvenece, se recrea, se recrece su ánimo.

Y pese a ese optimismo pesimista presente siempre en los agricultores, que tratan de levantarse ante los posibles fracasos del año anterior, y del que voy participando cada vez más, se empieza a pensar que valdrá la pena el esfuerzo, el "trabajo" que nos dan estos "días", porque las cosas van a mejorar. Y si se heló la almendra la pasada campaña, o si el repilo hizo mella en los olivos, posiblemente este año las cosas serán distintas y vendrán los tiempos favorables.

Es la flor del almendro la que marca la salida. Y de alguna forma vuelven a su mente las palabras que Machado dedicaba al viejo olmo herido al contemplar aquel tallo tierno: "mi corazón espera, también hacia la luz y hacia otra vida, otro milagro de la primavera".

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