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José Aguilar
Una querella por la sanidad
Esta formación ha dejado de ser el pariente pobre del sistema educativo español. En buena medida, por su alta tasa de empleabilidad en un país con un crónico problema de paro juvenil: nada más y nada menos que el 27% entre los menores de 25 años. El pasado curso, es decir el 2023-24, el último y con datos oficiales, fue el segundo consecutivo en el que se supero el millón de alumnos de Formación Profesional, en ambos grados, medio y superior. Valga como ejemplo que, los titulados de grado medio, sufren menos paro y tienen mejores sueldos que sus homólogos bachilleres a los cinco años de haber concluido los estudios.
El problema no es la excelencia académica de esos alumnos, sino que la oferta pública se muestra incapaz de absorber la demanda, en especial en las profesiones más solicitadas como sanidad, informática, comunicaciones.
España tiene en la Formación Profesional una de sus mejores cartas para recortar el desempleo juvenil, reducir la tasa de abandono escolar temprano (la segunda más alta de la UE) y mejorar el nivel educativo.
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