El Cañillo

¿dónde está el frío que no lo veo?

Entramos en otoño hace unos días y parece que el verano no se ha pedido las merecidas y necesarias vacaciones y sigue dado de alta allí arriba porque las altas temperaturas siguen aún dándonos la brasa en exceso. Con ganas ya de calzar un vaquero y una camisa debo de conformarme con las chanclas, bermudas y el polo de Springfield amarillo radiactivo que ha marcado tendencia durante esta temporada estival. Tampoco pido taparme ya con dos edredones y pijama de franela, pero recién inaugurado el mes de octubre ya va pegando unas máximas que no superen los 30 grados y unas mínimas que estén más cerca de los diez que de los 20 grados. Esto del cambio climático está haciendo estragos y al final o de vivir dos en vez de cuatro estaciones al año va a ser una realidad en un par de décadas a lo sumo. Una primavera algo fría y un verano tórrido apuntan los profesionales del tiempo. Visto así, hacer el cambio de ropa va a dejar de ser una tortura. Y sí, el que no se consuela es porque no quiere.

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