La fuga

Mira a la escalera donde están sentados los negros y ve que el jefe es el que está sentado más arriba del todo

Lel Urda ha llegado a la cárcel de Brieva y le han aplicado el protocolo tradicional. Guardas con perros y porras le reciben mientras baja del autobús a la entrada de la cárcel, junto con los otros presos. El Urda va esposado y mira con cara fiera a los guardas, que le devuelven la mirada de desprecio. Luego le desvisten y le dan la primera ducha del recluso, con una gran manguera y chorro a presión, sobre la pared de hormigón de una celda donde una cucaracha se escabulle por un sumidero. Luego tiene su primera entrevista con el alcaide. El alcaide es un tipo remilgado, con gafas de concha. Tiene dos cortaúñas en el cenicero y con uno de ellos se corta continuamente las uñas mientras habla con el Urda.

Está cárcel, le dice, es para meter a los huevos podridos que se escapan de las otras cárceles. El Urda mira insistentemente al cortaúñas, mientras frunce el ceño con rostro duro. El alcaide sigue, tendrás que ducharte a diario, cortarte el pelo cada mes. De esta cárcel nunca se ha fugado nadie y nadie se fugará nunca. Al Urda lo meten en la misma celda donde estuvo Luis Roldán, de hecho todavía está escrito con muescas en la pared su nombre y montones de grupos de rayas que marcan los días cruzadas con una raya que marca el final de la semana. Una semana, otra semana, un mes, otro mes. El Urda mira las marcas y al finalizar el día hace una primera marca en una nueva contabilidad, la suya.

La hace con el cortaúñas de sobra que robó al alcaide. La celda es una celda pequeña, con un retrete sin tapa al fondo. El jergón está orientado hacia el pasillo, por donde pasa el guarda de la noche cada media hora haciendo un recuento en una dirección y luego en la otra. El Urda ha solicitado pinceles y lienzos para pintar lo que lleva en su interior. No veo en ti un artista, le dice el encargado. Usted no vería un artista aunque lo tuviera delante de su narices. Yo lo único que veo es un mamarracho, le responde el guarda. En el patio el Urda, vestido con chaqueta gruesa y gorro de recluso, hace sus primeras amistades. Mira a la escalera donde están sentados los negros y ve que el jefe es el que está sentado más arriba del todo. Mira al cielo y a las torres de vigilancia. Luego, en las duchas. conoce a Lobo, que quiere ser su amigo. Pero el Urda le mete una pastilla de jabón en la boca y le da un puñetazo en el estómago. Has hecho daño a Lobo y Lobo irá por ti. Continuará.

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