La tapia con sifón

El futuro del vino

Los ingresos de las bodegas españolas han bajado un 35% de media durante el primer cuatrimestre de 2020

El sector del vino está sufriendo los efectos de la pandemia, como la mayoría de sectores económicos del mundo. Según la Federación Española del Vino, los ingresos de las bodegas españolas han bajado un 35% de media durante el primer cuatrimestre de 2020. Las pequeñas han perdido casi la mitad de sus ventas. Hay algún dato positivo, como el gran aumento del consumo de vino en los hogares, debido al cierre de restaurantes y bares. Claro que, más ha aumentado el consumo hogareño de licores y destilados, con lo que duda uno de que esa tendencia de volver a tomar vino en casa se mantenga, como tampoco es probable que se mantenga la elaboración de panes, dulces y pucheros una vez que vuelvan a abrir los comedores públicos. De hecho, también ha aumentado considerablemente la compra de comidas prefabricadas. No se cambian los hábitos alimentarios (ni lo otros) así como así.

Y los antecedentes cercanos tampoco animan el optimismo vinícola: la producción mundial de vino en 2019 fue un once por ciento menor que en 2018. El consumo se mantuvo prácticamente igual, con algunos cambios en el ranking: Estados Unidos va en cabeza con 33 millones de hectolitros, seguido de Francia con 26,5 millones; Italia, Alemania, China y Reino Unido también superan a España, que va en séptimo lugar, con 11,1 millones de Hl. En el consumo por cabeza, que es el mejor indicador, vamos aún peor: estamos en 11º lugar, con 27,8 l. Nuestros vecinos, sin embargo, lideran la clasificación mundial: Portugal es el 1º con 56,4 litros), Francia 2ª (49,5 l) e Italia 3ª (36,5). Así que no es cuestión cultural ni de clima, ni de economía. Habrá que analizar las causas. Algunas voces en el sector hablan de "democratizar" el vino para que llegue a más grupos de población. Unos lo intentan mezclándolo con refrescos (calimocho, rebujito) y otros elaborando directamente sucedáneos dulzones y espumosos. Pero me da que muy pocos de los que se aficionen a esos "refrescos" llegarán a disfrutar el auténtico vino, como lo bebedores de cubatas no suelen apreciar un buen destilado a pelo, ni los aficionados a las rumbitas se harán forofos de las seguiriyas de Terremoto. Así que, el mayor consumo en casa, ¿se mantendrá aunque sea en parte? No es muy probable, como tampoco que se mantengan los aplausos desde los balcones o que se aumente la inversión en sanidad, investigación y enseñanza.

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