Eso del futuro

Construir lo humano y el presente es más urgente que seguir las secuelas de la revolución tecnológica

El futuro en nuestra cultura es un fenómeno mitológico. Todo cuando sabemos sobre él está asociado a las proyecciones literarias, cinematográficas, etc. Podemos afirmar que se ha convertido en una construcción cultural, de rango estético, que se retroalimenta de nuestro presente. De esa manera sobrevive como mito; crece y evoluciona. Ese futuro se ha gestado en base a la revolución tecnológica por eso el progreso humano, descrito en los futuros posibles, está siempre asociado a la tecnología de donde resulta el poshumanismo como el único modelo posible: uno desarrollado en contexto distópicos y posapocalípticos donde ya se fantasean con clases sociales biológicas, según el acceso a la ingeniería genética.

No obstante, más allá de este fenómeno mítico no se sabe mucho sobre el futuro ni sobre la humanidad. No existen certezas más allá de la estética de la tecnología. Tan solo tenemos sospechas, dudas e ignorancias.

Conocemos que el sistema el capitalismo global es lo suficientemente fuerte como para mantenerse a corto y medio plazo y sabemos que la evolución moral y social del ser humano sigue estancada en el siglo XIX. El ser humano de nuestro tiempo, y en occidente, es una persona decimonómica, con los miedos, las culpas, y los valores de entonces, pero arrojado en otro siglo donde la tecnología se le escapa del control. Además, en nuestra cultura el bien común sigue siendo una promesa, una proveniente de la cultura cristiana de la que venimos.

Es por esto por lo que debemos comenzar a crear una cultura del presente donde pretendamos no tanto impulsar el crecimiento tecnológico como el humano. Eso implica construir una realidad donde ser mayor no sea una derrota social y donde el culto a la juventud, y al bienestar económico, no sea la única garantía para la felicidad.

Eso lleva también a elogiar la mediocridad como condición humana, lejos de las exigencias de triunfalismos. Lo humano debe ser "lo dado", "lo que es" y donde no es necesario añadir ni reducir nada.

Promover lo humano desde su simplicidad me resulta un argumento más valido que construir un futuro tecnológico sin lo humano. La evolución de nuestra sociedad nunca llegará a producirse si no lo hacemos desde el punto de vista ético y educativo, en lugar del estético y mitológico.

En nuestro momento histórico quedan muchos cabos sueltos que deben solventarse lo antes posible.

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