La esquina
José Aguilar
Se odian hasta con Venezuela
A Vuelapluma
Gracias a que quería leer alguna cosita corta de Antonio Gala, que me he quedado sin leerla, me ha subido el nivel de autoestima al enterarme que coincidíamos en nuestra afición por leer a Rilke, considerado uno de los poetas más importantes en alemán y de la literatura universal, que dijo que “Ronda era la ciudad serena” y, a continuación, se me ha ocurrido pensar en cuántos recuerdos de faenas gloriosas, atesorarán las piedras de la plaza rondeña. Pero si a esos recuerdos, les añadimos los que tendrían Antonio Ordóñez y Antonio Gala, atesorados en sendas vidas plenas de dos maestros de esa talla, no nos puede “entrar en la cabeza” el bajo nivel cultural y de sensibilidad al que hemos llegado. Estamos en un país con cultura, que ya no es culto. La cultura ha corrido detrás de los españoles, ha querido introducirse en sus tejidos y humores corporales, pero a ambos los mantenían, y mantienen, impermeabilizados sus propietarios. Con lo fácil que es dejarse influir por Quevedo o Cervantes, por Picasso o Velázquez, por Falla o Albéniz, o por difusores de cultura como Paco Ibáñez o Joaquín Díaz, Serrat o Sabina, sin entrar en el mundo del flamenco que eso ya es para “rajarse la camisa”.
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