La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Lo que ganan los políticos

Al final esta política nuestra ahuyenta a muchos de los mejores y atrae sin remedio a muchos de los más mediocres

En la calle se suele decir que los políticos españoles ganan mucho y trabajan poco. Creo que ninguna de las dos cosas es verdad. No ganan mucho. El presidente del Gobierno, por ejemplo, no llega a los 90.000 euros brutos al año, mucho menos que el de la Generalitat y menos que el del País Vasco o la de Madrid, siendo sus responsabilidades más altas y sus funciones más complicadas. Los diputados perciben retribuciones inferiores a las de los países de nuestro entorno. Los ministros, el triple del salario medio de los asalariados.

Cuando España sufrió el cáncer de la corrupción política, los pelotazos, el tráfico de influencias, la malversación y la prevaricación se aprobaron leyes y se adoptaron medidas muy justas y necesarias. Se modificó el Código Penal en un sentido más punitivo, se reforzaron los controles, se acentuó la transparencia y se regularon las incompatibilidades. Pero también se disparó la desconfianza hacia los políticos, se les endosó la pena de banquillo y se les sentenció con la condena social que dictaron nuestros abuelos: "Todos los políticos son iguales y van a lo mismo".

Una de las consecuencias de la ola anticorrupción -justificada, sin duda, por los numerosos casos de corrupción de cargos públicos- fue precisamente ésta: nunca más ha podido debatirse con serenidad, fuera de campaña y sin rendir tributo a la demagogia el tema de los sueldos en la política. Ahora, con dos o tres crisis graves superpuestas, menos. Mañana, cuando las superemos, dudo mucho de que algún partido con posibilidades de ganar elecciones se atreva a plantearlo.

Otra consecuencia negativa de la tacañería con los políticos es que la política ha dejado de ser atractiva para las élites profesionales. Pocos profesionales de cierto nivel están dispuestos a abandonar temporalmente sus despachos o empresas para acceder a un cargo político con mucho menos salario, máxima exposición pública y asegurado prejuicio negativo de sus conciudadanos. Hace falta ser o muy ambicioso o muy generoso. Al final esta política nuestra ahuyenta a muchos de los mejores y atrae sin remedio a muchos de los más mediocres. Lo contrario de lo que se pretendía con las medidas de control y transparencia.

Están mal pagados en general. Tema distinto es si merecen más por el trabajo que hacen. Habrá de todo. Lo bueno es que se les puede despedir con facilidad. Basta con no volver a votarlos más.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios