La 'generación perdida'

Se miró las manos, en las que se apreciaba ya el paso del tiempo, y recordó que hacía mucho que no se había reído tantoY, ciertamente, fue una revolución, la revolución del sufrimiento y, ciertamente, pedían lo que es de justicia

Hace diez años este país fue testigo de como una generación que acababa de ser calificada por el FMI de "generación perdida", y sus familiares, junto con ciudadanos de mayor edad que estaban pasando dificultades económicas o familiares causadas, o agravadas, por la crisis financiera mundial del 2008, decidieron alzar la voz de su sensación de abandono por la política y los políticos y hacerse oir. Y así, un 15 de mayo de 2010, apenas unas 100 personas decidieron reunirse en la Plaza del Sol, sentarse en el suelo y, sin bandera ni color alguno como identificación, comenzar a protestar. Y, tras ellos, lo hicieron cientos, miles, por las plazas de, prácticamente, todas nuestras ciudades. Y lo hicieron, de una manera ejemplarmente pacífica, durante semanas y meses y fueron seguidos por la prensa de decenas de países que catalogaron su protesta de "Spanish Revolution" y la llevaron a las portadas de periódicos tan influyentes como el Washington Post, que abrió su edición del 19 de mayo de 2011 con una impresionante foto aérea de la Puerta del Sol abarrotada y el titular "Primavera de frustración en España", y a las páginas de amplios reportajes que la comparaban con las importantes protestas árabes por la democracia y la libertad que comenzaron en diciembre de 2010 y que recibieron el nombre de "Primavera Arabe" y les mostraban su apoyo considerando justificadas y proporcionadas sus exigencias.

Y así, hace diez años fuimos testigos de un movimiento social pionero, solidario y valiente, que generó una, más que necesaria, esperanza y que fue capaz de alterar nuestro acomodado y, cada vez más apartado de la sociedad, mundo político. Y, ciertamente, fue una revolución, la revolución del sufrimiento y, ciertamente, pedían lo que es de justicia.

Pero hoy, diez años después, por desgracia, todo sigue igual, quizás peor. Hoy, diez años después, los problemas siguen siendo los mismos, los olvidados siguen siendo los mismos y las promesas hechas a aquellas personas comprometidas y valientes que hablaron en nombre del sufrimiento de millones de personas no han dejado de ser promesas.

Y, como si la historia quisiera cerrar el círculo de este episodio de participación ciudadana, el décimo aniversario del 15M ha coincidido con una retirada nada triunfal de quien lideró la vertiente política de este movimiento, Pablo Iglesias Turrión, y con la votación de la propuesta de que el presidente de la entidad resultante de la fusión de Bankia, banco que muchos esperaban fuera el germen de una nueva banca pública en España y al que se le dió, en 2013, un rescate de 22.424 millones de euros que no se han recuperado, y CaixaBank multiplique por tres el sueldo de 500.000 euros que cobraba por presidir Bankia, ante la mirada, imagino, atónita de los más de 7.700 trabajadores de ambas entidades que van a ser despedidos.

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