Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

Una generación

En la crisis de 2008 fuimos conscientes de que nuestros hijos no iban a tener las mismas oportunidades que nosotros

Pertenezco a una generación a la que le fue bien. Visto con un poco de perspectiva, quizás sea a la que mejor le ha ido en la historia de España de los últimos siglos. Los que abrimos los ojos al mundo al comienzo de los años sesenta nos libramos del país miserable y gris de la posguerra, teñido de hambrunas y represión, y nos despertamos en una España faldicorta y yeyé en la que empezaban a cambiar cosas. Por ejemplo, padres que nunca habían soñado con poder ir a la universidad mandaban a ella a sus hijos, la sociedad de ser rural pasaba a ser urbana y las calles de las ciudades se llenaban de seiscientos, la televisión entraba en las salitas de estar y se convertía en la reina de la casa, no todos, pero sí bastantes, podían acceder a la propiedad de un piso tras firmar una montaña de letras y nuestros hermanos mayores empezaban a arrinconar a una dictadura casposa que perdía parte de su fiereza entre planes de desarrollo y llegada masiva de turistas. España era por primera vez una sociedad de clases medias. La libertad nos llegó en plena adolescencia y pudimos aspirar a una carrera profesional con pasos adelante y ninguno para atrás. Fuimos los primeros españoles que viajamos masivamente al extranjero por placer y no huyendo de la miseria. Vimos cómo nuestro país dejaba de ser una excepción en Europa y cómo llegaban autovías, aves y hasta unas olimpiadas. Claro que hubo nubes durante todos aquellos años, algunas como el terrorismo y las sucesivas crisis económicas muy grises, pero el rumbo del progreso nunca se torció.

Todo se mantuvo más o menos en pie hasta que la explosión financiera de 2008 hizo saltar por los aires todo lo que hasta entonces había sido sólido. Entonces fuimos conscientes de que nuestros hijos no iban a tener las oportunidades que habíamos tenido nosotros, que la generación mejor formada de la historia lo iba a pasar mal y que nunca iba a tener la estabilidad social y laboral que nosotros pudimos disfrutar. Que, de pronto, la sociedad iba a ser más desigual y más injusta y que iba a haber que luchar duro por cosas que antes prácticamente venían dadas. La pandemia -algo que hasta hace unos pocos meses creíamos propio del medievo- ha venido a empeorar las cosas todavía más y a destruir las pocas certezas que nos quedaban. En poco más de una década hemos destruido un mundo y no hemos sido capaces de poner otro nuevo en marcha. Y sí, nos fue bien y alguna vez fuimos felices. Aunque entonces no lo supimos.

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