El gran dictador

La cinta se rodó en los momentos finales de los años 30, con un Hitler cada vez más ambicioso

Esochenta años después de su estreno, "El gran dictador" figura como uno de los mayores logros creativos de Chaplin y del cine en general. A pesar de su éxito, la película marcó para siempre a su autor y determinaría su precipitado exilio en Suiza, recibiendo cartas amenazantes de simpatizantes nazis.

La imagen de Chaplin "enterrado" en micrófonos, arengando al pueblo, convertida en un icono mundial de la lucha contra el fascismo y dictaduras, nos fue hurtada a los españoles durante 36 años. La cinta se rodó en los momentos finales de los años 30, con un Hitler cada vez más ambicioso e imparable, la película sería estrenada a comienzos de 1940, pero en España hubo que esperar a abril de 1976, tras la muerte de Franco. Los aficionados al cine hemos celebrado los 45 años de su estreno en nuestro país. A pesar de los muchos contratiempo acaecidos durante el rodaje, la película fue muy bien acogida por el público como por la crítica, que la consideraron la segunda mejor de 1940, solo por detrás de "Las uvas de la ira", de John Ford, y con cinco nominaciones a los Óscar, aunque no ganó ninguno. Eso sí, una recaudación de cinco millones de dólares, la más alta de todas las películas de Chaplin, siendo el presupuesto de 1,5 millones, salidos casi enteramente del bolsillo del cineasta. Fue un gran éxito en los Estados Unidos y con gran repercusión en Gran Bretaña. En Alemania fue prohibida, aunque el "gran dictador verdadero" accedió a una copia para visionarla.

Las palabras de Hynkel (nombre del dictador en la película), son un antídoto contra el rebrote de extremismos imperante. Poco antes del «cámara, acción», se encerró en su caravana y escribió un discurso apresurado, visceral, en el que sacaba toda la congoja que llevaba dentro. Y decidió abortar la escena final prevista, y cerrar la película como Chaplin, no como el pánfilo barbero, declamando esas palabras que no solo se han vuelto universales; también son atemporales. Con los muchos años que hace que se escribieron, hoy podrían aplicarse a la situación mundial, punto por punto. El discurso pasará a los anales como uno de los mejores alegatos por la concordia entre los hombres y una repulsa a los fascismos:

"Un mundo donde la ciencia, el progreso, nos conduzcan a todos a la felicidad. Más que inteligencia, tener bondad y dulzura. Sin estas cualidades la vida será violenta, se perderá todo".

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