El gran reto

Lo determinante va a ser el número de fallecidos y el tiempo que tengamos alteradas nuestras vidas

Nuestras vidas se enfrentan a una realidad que, como un desastre natural, llega sin que podamos hacer nada por evitarlo y lo pone todo del revés y España va a tener que combatir una nueva crisis económica mundial estando en un momento muy delicado: A nivel económico y social, aún estamos recuperándonos de la crisis de 2009, tenemos una deuda pública superior al 97% del PIB, un paro estructural que no baja del 15%, un 26% de la población en riesgo de pobreza, un sector industrial prácticamente residual y un reto independentista que intenta condicionar con toda su fuerza y, a nivel político, la clase política está desacreditada, los ciudadanos, en general, no reconocen su sitio en el sistema democrático y comienzan a desconfiar de él y la sociedad está cada vez más polarizada. Y es que, a diferencia de otros coronavirus, el COVID-19 ha llegado cuando China ya está abierta al mundo y, con esa ventaja, se ha desarrollado como pandemia y con un inmenso potencial para mostrarnos que es lo importante y cambiar cosas. De manera inmediata, sus efectos se dirigen, principalmente, a los ciudadanos y son numerosos, desafiantes y nos exigen solidaridad y un gran autocontrol; Incertidumbre, miedo, preocupación por los mas frágiles, aislamiento y alteración de nuestras perspectivas ocupan nuestros pensamientos y nuestros días. Pero los cambios más profundos podrán verse cuando se supere este desafío y su intensidad dependerá de lo que haya ocurrido en dos planos: El particular y el público.

En el plano particular, lo determinante va a ser el número de fallecidos, el tiempo que tengamos alteradas nuestras vidas y, sobre todo, como recordemos este episodio y como lo cuente la historia; Nuestras prioridades, la forma de trabajar y el modo en el que nos relacionamos y disfrutamos nuestro tiempo libre pueden tener, en esos recuerdos y relatos, un tremendo punto de inflexión.

Y en la esfera pública, en mi opinión, serán tres las cuestiones capitales para todo devenir político, social y económico: El comportamiento de las instituciones supranacionales, la competencia de los gobernantes y políticos y el estado de la sanidad pública, donde la haya. Este coronavirus va a ser un rigurosísimo examen para esas cuestiones y solo la excelencia en sus resultados evitará la amenaza del statu quo que supone esta pandemia. Y, en España, funcionar acompasadamente y no esperar que la población entienda ahora de sistemas territoriales o de competencias son requisitos imprescindibles para que los gobernantes aspiren a esa excelencia. Y es que, por ejemplo, secuencias así en 24 horas solo añaden desconcierto: Cataluña anuncia el cierra de sus centros escolares desde el día 13, Andalucía mantiene que descarta el de los suyos, el Gobierno lo aconseja para todo el territorio y Andalucía cambia su criterio pero con efectos desde el día 16.

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