¿Y si no somos tan grandes?

Podríamos superar todas las secuelas de la COVID-19 porque "somos un gran país"

N OSOTROS somos quien somos, basta de historia y de cuentos", cantaba Paco Ibáñez la poesía de Celaya. Ese "nosotros", plural colectivo, puede aplicarse a numerosas situaciones y conjuntos. Siempre me venía a la mente esa canción cuando los reivindicadores de las más diversas causas decían "nosotros merecemos (o no merecemos) tal o cual cosa". Es claro que ese "nosotros" son "quienes son", y aquello que merecen o no merecen será también una cierta realidad más o menos objetiva y entre ambos debe haber una cierta correlación que establece un mérito o demérito por parte de los que a así hablan. No es claro que en todos los casos lleven razón. Por ejemplo, yo, que vivo más bien aislado en un cortijo ¿puedo decir que "merezco que me instalen fibra óptica de la que disfruta la gran mayoría de los ciudadanos"? Aunque "yo" sea "yo", orteguianamente también tengo mis circunstancias y tal vez no sea razonable pedir esa absoluta igualdad. Por eso me conformo, por el momento, con un internet vía satélite. Considero necesario que seamos capaces de conocer nuestra realidad antes de pedir, exigir o valorarse. Pues bien, lo que digo a nivel individual también debe hacerse a nivel colectivo, a nivel del Estado. Con demasiada frecuencia he oído decir estos meses la expresión "el gran país que somos". Se hacía esa valoración, por ejemplo, a la hora de superar la Covid-19: seríamos capaces de superar todas las secuelas y calamidades porque "somos un gran país". ¿Qué querría decir lo de "grande" en esa expresión? "Grande" es una cualidad que supone una comparación con otros objetos que son "pequeños" o "enormes". Y dentro de los "grandes" también habría una gran gradación entre distintos tamaños (véase a estos efectos la "lógica vaga" o "difusa"). Si no se tienen en cuenta estos detalles corremos el riesgo de hacernos una falsa idea de nosotros mismos, creyendo que al decir que somos grandes nos merecemos estar en primera línea de todas las relaciones internacionales. De ahí deriva seguramente una falsa creencia y de esa falsa creencia derivan algunas de nuestras frustraciones. El caso que puedan hacernos en el contexto de las naciones estará en relación directa con el grado de verdad que pueda tener el calificativo "grande". Si alguien confunde al Presidente de España con el "presidente de la república española" es porque su desconocimiento es grande porque no le suscita mayor interés que el coyuntural. Tal vez un termómetro de lo que una gran potencia piensa de nosotros esté en los famosos 49 segundos (supongo que puede ser una medida válida) que el presidente de tal potencia dedicó a nuestro presidente. Somos quienes somos, como decía Celaya. Seguro que nuestras relaciones internacionales son francamente mejorables. Manos a la obra. Pero vamos a darnos un baño de realidad y a llegar a algo tan difícil, según Romano Guardini, como "la aceptación de sí mismo".

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios