
Paseo Abajo
Juan Torrijos
Voy a borrar mis mensajes
Sin complejos
Llegadoa este punto, los españoles debemos decidir a la mayor brevedad posible si seguimos aguantando esta sensacional tomadura de pelo o si reaccionamos de una puñetera vez.
Sin duda que es una injusticia flagrante e intolerable comparar la figura del extraordinario Groucho Marx, genio del humor inteligente, con la de un tipo sin oficio ni beneficio ni talento alguno como el hermano del presidente del gobierno, David Sánchez Pérez Castejón, que durante años de enchufe en el puesto donde lo puso Pedro I El Falso tuvo incluso que buscarse un pseudónimo para tratar de ocultar la vergüenza.
Sin embargo, escuchándolo el otro día reírse de la juez ante la que comparecía como imputado por varios presuntos delitos relacionados con la corrupción; oírlo afirmar que no sabe cómo se llaman ni a qué se dedican sus compañeros de trabajo en la oficia en la que fue brutalmente enchufado por el partido de su hermano, el Partido Sanchista Trolero Español; verlo cachondearse del Estado y de la propia juez que le había preguntado a qué se dedica dicha oficina, la Oficina de Artes Escénicas de la Diputación de Badajoz, respondiéndole que se dedica a organizar las Artes Escénicas, lo que uno experimenta son unas terribles ganas de vomitar o de algo peor, al comprobar cómo esta gentuza se ríe de nosotros permanentemente, mientras se gasta el pastizal que pagamos como impuestos y que cada día nos suben más, para poder alimentar a toda esta estructura.
Pero también le retrotrae a uno a esa genial escena de la obra de arte cinematográfica ‘Una Noche en la Ópera’, en la que el inimitable Groucho Marx leía aquello de “la parte contratante de la primera parte será considerada como la parte contratante de la primera parte…”
David Sánchez Pérez Castejón no es sino uno más de los Grouchos de pacotilla que el social-comunismo nos coloca cada vez que toca poder, para que los alimentemos con nuestro trabajo, nuestro esfuerzo, nuestro tiempo y nuestro dinero, mientras ellos se llevan crudo pastizales que jamás en sus vidas habían soñado siquiera con imaginar, a base de enchufes, corruptelas y sinvergonzonerías que, años después, como es ahora el caso de los EREs, vienen otros, con la cara más dura todavía que los primeros, a negar que hayan existido.
Sé que es una metáfora inmerecida, pero a partir de ahora no estaría mal denominar a este sujeto, al hermano arrítmico de Pedro I El Falso, Groucho Sánchez… Pérez Castejón.
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