Desayuno con diamantes

José Fernando Pérez

El hacedor de milagros

Interesa al médico conservar su halo de brujo-dios-hacedor de milagros científicos y por eso rechaza, con frecuencia, al paciente 'humildemente informado'?"

Situémonos en la siguiente posición, la del médico que sería el presunto hacedor.

Creo que de todos es sabido la ausencia de significado del término "milagroso", en respuesta a la Medicina científica y moderna como la que conocemos. Entramos en aspectos más tribales, religiosos o desconocidos que intentaremos adaptar a nuestra realidad para que obren con mano presta.

Por lo tanto y considerando el término podemos apreciar la antonimia del mismo: médico-milagrero son conceptos totalmente antagónicos en la actualidad y siempre desde el punto de vista meramente científico.

Eso no quita que la creencia popular pueda invocar situaciones milagrosas señalando al médico como su hacedor; que repercutirán en su propio beneficio, el del profesional de cara a la galería, lo cual, bien explotado, supondría pingües beneficios; estamos hablando del "figura".

Por lo tanto y a mi modesto entender, no existe razón de ser en la afirmación anterior. No se pretende ocultar nada al paciente. Tenemos obligación de comunicarnos con el paciente, valorando las distancias y estableciendo las consecuentes barreras de cualquier relación humana, barreras que podrán ser saltadas prontamente si el devenir obliga a ello ya que considero que la íntima comunión que establece un profesional con su paciente no es sino reflejo del ansia de uno y de la necesidad del otro.

La actitud de los pacientes sí puede sufrir una merma en el contacto que ha de tener con su médico.

Humanos somos, ambos.

El paciente "informado" puede pecar de un exceso de confianza en su "informador" y como contrapartida de una merma de la confianza en aquel que ha tenido a bien consultar. Puede ser una situación negativa pues se está perdiendo el principal vínculo que debe reunirnos y favorecer el normal desarrollo, que debe ser la confianza mutua.

Por otro lado las espectativas que podrían derivarse de ese primer encuentro pudieran verse truncadas de mala manera.

Considero más factible atender a ambas opiniones y sacar conclusiones propias, las cuales y temiendo no equivocarme, deberán volver a ser puestas en evidencia por el "informador" y vuelta a empezar: ¿no sería más fácil dejarse llevar?

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