La vida no es solo un sueño, también es un cuento. Un cuento de hadas que, a mitad del relato, deja de serlo para convertirse en una tragedia griega, una peli de mala muerte, o un film trágico de Woody Allen. Seguro que me conoces, aunque no por mi nombre, siempre te dijeron que me llamaba Cenicienta, pero realmente me llamo Inés. No, la de Don Juan no: Inés, simplemente Inés, mi madre pensaba que era un bonito nombre. La pobre tuvo mala suerte, como todas las bellas princesas de los cuentos de las que se enamoraban perdidamente los príncipes. Murió al nacer yo. Como iba diciendo, mi madre eligió para mi un bonito nombre, pero al morir, todo en mi vida se truncó. Cuando mi madre abandon este mundo, se elevó a otro mucho más etéreo. El cielo es el lugar al que iban las jóvenes y delicadas princesas, cuando no superaban el parto, porque yo nací hace miles de años, cuando nadie había oido hablar de nada parecido a un hospital. Pues bien, cuando mi madre se elevó a los cielos, mi vida cambió drásticamente. Mi padre, como no podia ser de otro modo, tuvo que buscarse una mujer que me criara, porque los hombres de entonces no cuidaban a sus propios hijos, y mucho menos si eran príncipes como mi padre, sino que lo hacian otras mujeres, con las que a tal fin se casaban. Ya no se por donde iba, a veces pierdo el hilo de tanta madeja como tengo por desliar. Si, ya recuerdo, cuando mi padre se casó con mi madrastra (porque las segundas mujeres siempre eran madrastras, que a su vez eran madres de otras hijas que eran hermanastras), comenzó verdaderamente mi desdicha, dejaron de llamarme por mi nombre, para ser simplemente: CENICIENTA. Yo no era sucia, ni estaba siempre llena de churretes, me llamaban así para humillarme, porque era más guapa e inteligente que ellas, y sobre todo porque era yo la princesa del cuento, siendo ellas solo unas advenedizas. Pasé un tiempo muy sola, encerrada, sin más compañía que los cacharros de cocina y los criados que sentían compasión por mí, al fin y al cabo ellos sabían que yo era LA PROTAGONISTA DEL CUENTO. Fué entonces, cuando supe que tenía un hada madrina. Y yo sin saberlo! todo el tiempo había estado a mi lado, pero yo nunca la había visto. Se presentó un buen día, de forma inesperada, y me explicó que tenía que prepararme para ser fuerte, que con el sufrimiento se crece. Yo le dije consternada que me hubiese dado igual ser más bajita, pero ella solo soltó una gran carcajada. Tú no tienes hada madrina?, puede ser que no la hayas conjurado, prueba a ver y quizá aparezca, pero major espera por si no te interesa el final. No, no acaba con aquello de: "fueron felices y comieron perdices." MENTIRA, ahí precisamente es donde comienza el cuento, y más te valdría saber como acaba, hay sorpresa. Se dio media vuelta y a punto estuvo de caerse de la cama, tenía la sensación de haber tenido una pesadilla, pero a pesar de sus esfuerzos, no recordaba nada, aunque notó que una cálida brisa movía la cortina de la ventana.

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