Una herencia recibida

Si el Prefacio refleja el contenido del libronos vemos involucrados en una espiral de la que no podemos escapar

Tal vez sea pura coincidencia, tal vez no. El caso es que justamente el dia 3 empecé la lectura del libro "Un pueblo traicionado" de Paul Preston. Tengo que confesar que entre mis muchas deficiencias se encuentran serios desconocimientos de la historia contemporánea de España. Posiblemente tenga que "agradecerle" tan grave laguna a los planes de estudio que tuvimos en nuestra juventud (años sesenta, qué bárbaro) donde no pareció existir nada parecido al siglo XX, excepción hecha de nombrar la dictadura de Primo de Rivera, y poca cosa más. Poco a poco he intentado rellenar ese bache a lo largo del tiempo, pero por mi desgracia nunca he emprendido su estudio con la constancia y seriedad que exigían. Por eso, entre otros motivos, tuve gran interés desde hace algunos meses, desde que tuve noticia de su publicación, en hacerme con el libro. Ya lo tengo y están coincidiendo las primeras páginas de su lectura con lo que dos días después empezamos a vivir. Suponiendo, y creo que no es arriesgado, que el Prefacio refleja correctamente el contenido del libro (confieso que voy muy lento en su lectura, no tengo prisa) parece que nos vemos involucrados en una espiral, en un ciclo, en un eterno retorno del que no podemos escapar. Es su tesis que la ineptitud de los políticos a lo largo de nuestra historia es la que nos ha llevado a ser, en el fondo, un país de segunda fila. La ineptitud de los políticos y la larga tradición de corrupción que se ha enseñoreado en nuestra historia. El libro analiza nuestro pasado solo hasta 2014, y da muy buenas razones de lo sucedido desde finales del siglo XIX para confirmar sus tesis. Pero si aplicamos un análisis similar a lo que sigue ocurriendo desde entonces, sobre todo a lo que ha sucedido en las dos primeras jornadas del debate de investidura, vemos que el presente, que antes fue futuro, se va conformando bastante al pasado. No es necesario hacer un análisis muy profundo de lo que se dijo, de lo que se hizo, de lo que se gritó y de lo que se pateó, para llegar a la conclusión de que a muchos de nuestros representantes les falta capacidad, les falta aptitud. Y si son ellos los que han de resolver los múltiples problemas que nos atenazan,debemos perder la esperanza. Si añadimos los insultos y amenazas dentro y fuera del congreso a algunos diputados para que cambiaran el sentido del voto entonces se confirma esa penosa tendencia caciquil a la falsificación de los resultados.

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