La Resistencia

Luz Belinda Rodríguez

Parlamentaria andaluza por Almería

De los héroes invisibles

No olvido a los vigilantes. Los veíamos a diario, antes de la cuarentena, en las entradas de todos los lugares a los que íbamos

Mientras escribo esto (y mientras lo lees) hay héroes invisibles ejerciendo sus funciones. En todos los sectores, si. Pero hoy quería hablar de dos de los menos atendidos, y que son, por otra parte, indispensables. Todos, con sus dudas, con sus recelos, con su sensación de abandono, con el temor de sus familias a que les ocurra algo, cargan la mochila del servicio a los demás. Y lo hacen con una categoría sublime.

Quería hoy hablar de los camioneros. Durante esta crisis han acentuado la rudeza y los horarios intempestivos para que al resto de la población no nos falte ningún suministro. Estas personas van de un lado a otro, solos, en multitud de ocasiones cuando ya la noche es tan oscura que pesa, y en silencio, como pensando que si emplean un segundo en quejarse de su situación, lo están distrayendo de la carretera.

La realidad de la información constante y de los aplausos en los balcones, parece haber desviado la atención de nuestras carreteras. No se ha tenido en cuenta la necesidad de protegerles dotándoles de los equipos necesarios, teniendo que dotarse ellos de las protecciones que pueden en la mayoría de los casos. Esto, sin contar la ausencia de aseos en carretera, la posibilidad de comer caliente sentados a una mesa o tener que callar al ser mirados como sospechosos de contagio. Los camioneros son también personas, y que, además, se la juegan todos los días en un oficio que ya de por si es peligroso, para que notemos lo menos posible este encierro del estado de alarma.

No olvido a los vigilantes de seguridad. Los veíamos a diario, antes de la cuarentena, en las entradas de todos los lugares a los que íbamos. La primera línea de defensa de la legalidad y el orden. Un colectivo silencioso y atento a cuáles eran las responsabilidades a desempeñar para limitarse a cumplirlas. Pues ahora también están en centros de menores, cárceles, centros comerciales, etc., y están sin los medios de protección que necesitan para cumplir con su deber. Ellos también hacen jornadas de maratón. También tienen familias. También sienten miedo, desazón e intriga ante un futuro que, cuanto menos, se nos está volviendo incierto. Ellos también merecen ser protegidos porque son la fina frontera entre el orden y el desorden.

Pido que les comprendamos y les dotemos de lo necesario. Ellos también quieren abrazar a sus hijos. Por ellos, por ti y por todos, quédate en casa.

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