La hora de Europa

Europa se la juega en esta crisis y debe comprometerse a actuar unida y a fortalecerse a sí misma

La batalla diaria contra el coronavirus tan sólo se combate con la actitud que muestran quienes no duermen y se levantan ayudando, entregando su salud, sus conocimientos, proponiendo y tomando medidas. Además, ayuda saber que la inmensa mayoría de los españoles está aportando en esta crisis quedándose en casa, siendo solidarios o transmitiendo sus conocimientos dando ejemplo de civismo y de humanidad pese a los que han optado simplemente en atacar y en tratar de desestabilizar a este país en su beneficio propio. Pero hay otra batalla que se está librando para el día después de que superemos, juntos, esta crisis.

Esa otra trinchera está en Europa y se vio tras la cumbre de jefes de estado que pretendía pactar una estrategia común por la recuperación y reconstrucción social, industrial y económica en la peor crisis europea que se recuerda tras la segunda guerra mundial. España e Italia, acompañados de otros países, enarbolaban el auténtico discurso europeo de la unidad frente a la emergencia sanitaria y económica con más Europa, con más solidaridad.

Europa se la juega. La historia nos mira en este momento crucial donde se requiere, como pidió nuestro presidente, un compromiso real de actuación, porque sólo así Europa se fortalecerá a sí misma en vez de fortalecer a quienes quieren debilitarnos y a quienes con el populismo pretenden romperla

con la ceguera de países como Alemania u Holanda que no parecen entender la gravedad del momento. Pedro Sánchez expuso de manera brillante que sólo cabe una respuesta solidaria con bonos de reconstrucción económica y social, con endeudamiento público y un plan Marshall de medidas que promuevan la resistencia y la recuperación al día después.

Entristece, también, ver a los líderes españoles de la oposición dando la espalda al Gobierno en esta otra batalla y volviendo a demostrar su poca altura y su irresponsabilidad escondiéndose en la zancadilla y en la pelea por desprenderse de responsabilidades en las comunidades que gobiernan. Pero, frente a esto, España tiene, gracias a nuestro presidente, una postura firme en la que debe continuar, porque la propuesta de los países del norte es insuficiente y porque no es momento de hablar de rescates que no proceden y que condenarían a este viejo continente a su mayor debilidad histórica y a una Europa de dos velocidades que profundizaría en desigualdades.

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