El huevo parlante

De todos los opinadores sobresalía, indiscutiblemente, la voz de José Antonio Marina, verdaderamente sabia y lúcida

Hace mucho tiempo oí predicar a un político putrefacto, refiriéndose a algún caso de corrupción que al parecer le afectaba, que el desliz que había cometido no era ético, pero si legal, y que, por tanto, no había delito. Como si la legalidad pudiese emanciparse así, sin ningún problema, de la ética. Y poco después, durante un viaje de regreso desde Madrid, escuché mientras conducía un debate radiofónico en el que se discutía y debatía de este asunto ético-moral. De todos los opinadores sobresalía, indiscutiblemente, la voz de José Antonio Marina, verdaderamente sabia y lúcida. Explicaba el filósofo que toda moral, como conjunto de normas y costumbres que regulan, rigen y juzgan el comportamiento de una comunidad humana, no puede separarse jamás de la ética o argumentación filosófica que la sustenta y justifica racionalmente. Y que aunque hay tantas morales como comunidades humanas, culturas o civilizaciones, el gran reto pendiente de la humanidad, en conjunto, es ser capaz de acordar una ética de consenso, esto es, universal. En las antípodas de este discurso, obviamente, se situaría Nietzsche y su "genealogía de la moral", con la intención manifiesta de desentrañar la falsedad e irracionalidad que oculta toda ética y toda moral, y la necesidad de imponer un relativismo o subjetivismo radical en todas estas cuestiones de la bondad o maldad de nuestras acciones. En esta misma dirección, en su "Alicia través del espejo", Lewis Carroll coloca a su heroína frente a Humpty Dumpty, el huevo parlante de tradición anglosajona, transmutado aquí en un filósofo descreído y arrogantillo que aconseja a la niña. En el transcurso de la conversación, el huevo afirma que "cuando yo uso una palabra, ésta significa exactamente lo que yo quiero que signifique, ni más ni menos… y es así porque lo digo yo, que soy el que manda... El único problema reside en saber quién es el que manda". Y volviendo a Marina y su argumento, sostenía el filósofo que cuando la moral y las leyes que emanan de ella se aprueban y aplican arbitrariamente por espurios intereses particulares, sin el sometimiento a la ética o filosofía que las sostiene, se sientan las bases para la creación y desarrollo de cualquier tiranía o dictadura, donde toda normativa es emanada desde la autoridad caprichosa y todopoderosa del tirano al que nadie discute; exactamente el régimen propuesto por Humpty Dumpty... y el que, al parecer, desearían muchos representantes actuales.

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