Durante la comida solían hablar con su hija, que cursaba 4º de ESO. Tenían la tele puesta, como de costumbre. En el momento en que salía algo relacionado con el gobierno actual, a su padre se le atragantaba la comida: «este gobierno socialcomunista nos va a llevar a la ruina». Sin embargo, en esta sobremesa la indigestión no la iba a causar el gobierno. La hija planteó que «igual no voy de viaje de estudios». El padre no se creía lo que estaba oyendo: «pero si te hacía muchísima ilusión, estabas contando las horas y los días hasta ese momento, ¿a qué se debe este cambio?». Mirando hacia el plato, la hija dijo tímidamente: «a mi novio no le hace ninguna gracia que vaya, porque habrá otros chicos de mi instituto e incluso de otros sitios… es normal… me quiere». Lo habitual en su grupo de amigas era que los respectivos novios opinaran sobre si una falda era demasiado corta, sobre si debían o no acercarse a determinados chicos, etc. De entrada cabe hacerse la siguiente pregunta: ¿te gustaría que esto le ocurriera a tu hija? ¿te parece lógico, razonable o sano que un chico le prohíba a tu hija hacer algo, hablar con alguien, vestir como quiera? Si la respuesta es negativa, bienvenido. Eres claramente feminista.

La degeneración de nuestra sociedad ha llevado a que la palabra «ideología» se pueda usar de manera despectiva, como ocurre cuando se habla de «ideología de género». Por supuesto que es ideología. ¿Hay algo en nuestra sociedad que no esté sujeto a ideología? La Constitución, con la que muchos se llenan la boca, está llena de ideología, aquella que pretende garantizar los mismos derechos y libertades a toda la ciudadanía española. Desde el momento en que preferimos una opción política u otra, cuando opinamos sobre si está bien hacer una carretera, construir un hospital, o sobre la sanidad, todo eso es ideología… y las relaciones interpersonales también están impregnadas de ideología.

No nos dejemos manipular. Por supuesto que el feminismo es una ideología: aquella que persigue la igualdad real y efectiva de hombres y mujeres en todos los ámbitos. Por tanto, el debate no es «ideología sí» o «ideología no», sino que la pregunta adecuada sería: ¿qué ideología quieres para tu hija? ¿la de esos grupos políticos con los que te llenas la boca de alabanzas, la de sus amigas y sus novios, o la que garantiza su igualdad y su libertad como persona? Tú eliges.

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