La importancia del lenguaje

Necesitamos que se nos proteja de un lenguaje irreverente o peligroso

Como nos dejó dicho Camilo José Cela, "la lengua es la más eficaz de todas las armas"; En una sola palabra puede haber el poder suficiente para dar aliento o quitarlo, para unir o separar, para impulsar o disuadir, para reconfortar o alarmar y es, en momentos de tanto dolor e incertidumbre como el que estamos viviendo, cuando el lenguaje puede desplegar todo ese poder con la mayor facilidad pues las personas nos encontramos ávidas de conocimiento, respuestas, consideración y empatía y lo buscaremos donde sea y de quien sea. Por esto, necesitamos que se nos proteja también de todo uso del lenguaje que resulte irreverente o peligroso en el contexto de extraordinaria fragilidad en el que nos encontramos.

Valga un ejemplo: el día 16 de abril, el Director Regional de la OMS para Europa hizo una declaración en la que usó el término "nueva normalidad" para referirse a una de las fases de la batalla contra el COVID-19, concretamente, a aquella que llega tras el periodo de aislamiento severo pero en la que aún seguimos estando "en el ojo de la tormenta" y cualquier paso debe continuar guiándose "por los principios de salud pública, junto con consideraciones económicas y sociales". Y, a partir de esa declaración, que terminaba pidiendo "un liderazgo receptivo y responsable que nos guíe a través de esta tormenta", ese término se ha generalizado en muchos países y muchos gobiernos, y más allá de Europa. Y su uso me parece peligroso por dos motivos:

Uno, es el hecho de que, utilizar la palabra normalidad cuando se está hablando de algo ante lo que se nos pide que sigamos en guardia porque aún no ha dejado de ser un peligro, puede hacer que ese algo pierda trascendencia en nuestro subconsciente y nos relajemos ante él antes de tiempo. Y el otro, y más importante, es la cuestión de los innecesarios miedos que pueden evocar la utilización del término "nueva normalidad" cuando, lo que estamos viviendo, no tiene nada de normal ni puede llegar a configurar normalidad alguna en una democracia liberal. Lo que estamos viviendo es una situación extraordinaria en la que tenemos limitados derechos y libertades fundamentales como estrategia para minimizar el impacto de un virus y así, como "situación extraordinaria", es como debemos referirnos a ella, dure lo que dure.

Hablar de "nueva normalidad" para referirse a una fase del desafío sanitario ha sido un error de la OMS que no debemos seguir porque este lenguaje, que parece sacado de la novela "1984", abre las puertas de nuestro rechazo a quienes desean la limitación como normalidad de un país. Digamos, simplemente, "vuelta a la normalidad" porque estamos peleando no solo por nuestra vida sino también por cuanto somos y tenemos y la historia nos enseña que son las situaciones extraordinarias las que traen las cosas extraordinarias, para bien y para mal.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios