Crónica Personal

Lo importante es negociar bien

Las negociaciones por el CGPJ se han convertido en un espectáculo bochornoso con acusaciones de bloqueo

En toda negociación bien rematada ceden todas las partes, no hay vencedores ni vencidos absolutos, y los negociadores se levantan de la mesa con la satisfacción del deber cumplido.

El gobierno español se ha apuntado un buen tanto con el acuerdo alcanzado con Francia, que puede suponer una solución para la crisis energética a futuro, con ese "corredor energético" entre Barcelona y Marsella. Pedro Sánchez y Antonio Costa han cedido ante un Macron que se negaba de forma tajante al famoso Midcat, el conducto que transportaría gas a Francia, pero han encontrado una fórmula que acepta Francia y que potencia el papel de España y Portugal en el mapa energético de la Europa del futuro.

No ha hecho falta mucho tiempo para que los tres presidentes acercaran posiciones, porque los tres tenían voluntad de que las negociaciones culminaran con éxito. Todo lo contrario de lo que ocurre en España, donde los partidos políticos llevan cuatro años tirándose los trastos a la cabeza por la renovación del CGPJ y los nombramientos del Tribunal Constitucional. Un espectáculo bochornoso con acusaciones cruzadas de bloqueo, más insistentes desde el gobierno hacia el PP, cuando también el gobierno pone condiciones que considera inamovibles, y que defiende con tanta fuerza y argumentos como el PP defienden los suyos.

En esta última etapa, con tres semanas de anuncios de que Bolaños y Pons están a punto de alcanzar un acuerdo, se están colocando sobre la mesa nombres que bajo ningún concepto pueden considerarse juristas de reconocido prestigio y, sobre todo, de reconocida independencia. Hasta el punto de que uno de esos nombres, Victoria Rosell, es discutible que pueda ser elegida, porque ocupa actualmente un cargo de gobierno.

Se intercambian cromos a cara descubierta, se discute en términos del tipo tantos progresistas y tantos conservadores, cuando los jueces saltan en cuanto leen o escuchan a un periodista que se expresen esos términos, y se pone precio a los apoyos parlamentarios a costa de la renovación de las dos altas instituciones. Cuando finalmente se anuncie el acuerdo, poque se anunciará en algún momento, los que presenten el resultado con cara de triunfo, se negarán a admitir que se han barajado cuotas, adscripciones ideológicas, exigencias de partidos y otras menudencias.

En el acuerdo franco-hispano-portugués ha habido altura de miras y se ha dado prioridad a paliar el problema energético frente a otros intereses. Ojalá los que impiden la renovación del CGPJ y TC tuvieran esa altura de miras.

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