El inmortal legado de Pérez-Siquier

La cruda dignidad de las gentes que buscó e inmortalizó en los barrios a los que Almería daba la espalda

Como el Serrat de "Mediterráneo", Carlos Pérez-Siquier también llevó la luz y olor de la costa almeriense a lo largo de su vida. Pero pudiendo elegir destino, nunca quiso alejarse demasiado de Almería, en donde su niñez siempre durmió en las playas que luego retrató de mayor de un modo imperecedero para la historia de la fotografía española. El reciente fallecimiento del fotógrafo, artista y creador almeriense ha interrumpido bruscamente una vida que él enriquecía y ensanchaba en cada conversación, en cada encuentro, en cada mirada y en todas y cada una de sus fotos. La clara sencillez de los blancos de cal y sal de La Chanca, su personalísimo azul recortado en el horizonte del Mediterráneo, la cruda dignidad de las gentes que buscó e inmortalizó en los barrios a los que Almería daba la espalda o la ternura colorista del primer turismo de costa, todo ello forma una geografía personal e intransferible que ha cimentado una obra fotográfica pionera y monumental que, como solía decir Carlos con frecuencia, sin duda iba a sobrevivirle. Este diálogo del objetivo del artista con su tierra comenzó muy pronto, cuando impulsó a mediados del siglo pasado la Agrupación Fotográfica Almeriense (Afal), que supo cristalizar como referencia y renovación de la escena fotográfica española. El fotógrafo, Escudo de Oro de Almería y Medalla de la Provincia y al que el Ayuntamiento dedicó hace unos años una plaza en Cabo de Gata, otro de sus escenarios icónicos, siempre mostró su disposición a colaborar con todas las administraciones, como he podido ver siempre, tanto como concejal de Cultura como Alcalde de Almería. Importantes premios y exposiciones jalonan la larga trayectoria del fotógrafo almeriense, que obtuvo el Premio Nacional de Fotografía en 2003 y recibió del Consejo de Ministros la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes en 2018. Pero sobre todo, Pérez-Siquier supo ganarse el cariño de cuantos le conocieron y la admiración y respeto de infinidad de seguidores, admiradores y alumnos. Y ese, a mi juicio, es el mejor galardón que se puede tener en la vida. Por todo ello el Ayuntamiento decidió declarar un Día de Luto Oficial, para mostrar así el dolor por su pérdida y nuestro afecto y cariño por su familia y amigos. Los hombres morimos, pero las obras de arte permanecen. Por eso siempre estaremos en deuda de cariño y admiración con el fotógrafo mejor supo ver la luz de Almería. Gracias por tanto, maestro.

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