Metafóricamente hablando

Antonia Amate

Abogada

La inocencia perdida

D E pequeña, se escuchaba la radio. Música y noticias, llenaban de sonido las estancias, elevándose hasta la última planta, en la que dormíamos los niños. Con un susurro, las notas, se iban escondiendo bajo las sábanas, como un travieso fantasma inaprensible, despertándonos un día más. A los niños, las noticias ni nos preocupaban, ni las entendíamos, ni eran objeto de interés para nosotros. Inmersos en otros menesteres, como saltar sobre los colchones o tirarnos almohadas, nos ayudaban a vestirnos nuestras madres. Mientras desayunábamos, se escuchaba la música que acompañaría la vida de la casa a lo largo del día, inundándola de sonidos. Regresábamos del colegio, hambrientos. Que hay de comer? Lentejas. Puf, no me gustan. Pues te las comes! Fin de la conversación. Se comía en silencio, como mandaban las normas de urbanidad. Pronto se escuchaban los discos dedicados: "y esta canción se la dedica Conchita a su amiga Loli, en el día de su cumpleaños, para que lo pase muy feliz, en compañía de sus padres y hermanos". En unos segundos comenzaba la música y una voz chillona cantaba aquello de: "Con la pluma de una gallina y la tinta de un calamar, me dijiste desde una esquina que no podías, ay sufrir más, ay mira, mira, mira lo mucho que te quiero…. Hoy recuerdo esos momentos con ternura, la inocencia, debería ser siempre patrimonio de la infancia. Hoy llego a mi apartamento, en el que vivo sola. La música con auriculares, directa al cerebro. Abro el frigorífico, elijo una comida, la caliento en el micro, me siento ante el televisor: "Atentado en Kabul, unos padres palestinos, desfallecidos tras el féretro de su hijo, muerto por un soldado israelí, varios muertos y heridos graves en accidente de tráfico, la crisis que se avecina y que amenaza con ser peor que la anterior..." se me atraganta el ceviche, tomo un trago de champán, me tranquilizo, siguen las noticias:… las tasas de suicidio se disparan, el congreso discute sobre la eutanasia. Se me ha quitado el hambre, echo de menos los discos dedicados: "y esta se la dedica Pepita a su amiga Conchi en el día más feliz de su vida: Blanca y radiante va la novia, le sigue atrás el novio amante….Alicia en el país de las maravillas. Siento que la inocencia es de las pocas cosas que, desgraciadamente, se pierden y no se recuperan. Suena el móvil, el jefe quiere verte, ya! Las noticias siguen, hoy has tenido suerte, no has llegado al capítulo de la manada, las violaciones en grupo o la violencia de género, sin olvidar que todo acabará con el cambio climático, y las imágenes apocalípticas de cómo será tu vida, si tienes la desgracia de vivir otros veinte años, en definitiva: que todos acabaremos en la caldera de Pedro Botete, a pesar de que ya nadie crea en el infierno.

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