Del "insoluble". Un cuento

Somos un gran jurado para nuestros opositores y tenemos que seleccionar al ganador

Esto eran tres opositores que optaban a un altísimo cargo y que estaban en pleno ejercicio. Se enfrentaban a un duro problema. Después de largo rato, uno de ellos desistió y miró para el techo; otro rompió el folio con el problema y lo quemó; el tercero buscaba una y otra vez posibles soluciones. En al sala se miraban unos a otros y no de soslayo. El primero decía que la solución era muy difícil y no tenía sentido esforzarse; se relajaba creyendo que esa era una actitud sensata; además, siempre podría llegar una solución "sobrevenida" o, como decía el ínclito Guillermo Brown, a lo mejor se acababa el mundo antes de que terminara el examen. Por supuesto que no entendía la conducta de los demás. El segundo afirmaba que rompiendo y quemando el papel hacía desaparecer el problema, y como ya no había examen ni había prueba que superar se consideraba ganador; no comprendía la laxitud del primero y compadecía y criticaba al tercero mostrando conmiseración al verlo fracasar una y otra vez a pesar de sus esfuerzos. El tercero creía que sus repetidos fracasos solo podían darle a entender que no estaba dando con el planteamiento adecuado y que quemando el papel o mirando al techo no salían del embrollo. Se asemejaba la situación a un antiguo problema que parecía no tener solución. Se trataba de una de las famosas paradojas conocida como la "del mentiroso". Dice así: Si un cretense, de quienes se dice que siempre mienten, dijera "estoy mintiendo" ¿miente o dice la verdad? Está claro que si está mintiendo y dice que está mintiendo, estará diciendo la verdad, aunque si está diciendo la verdad pero dice que está mintiendo entonces está mintiendo. Es decir, que si le está dando la razón se la está quitando, al tiempo que si se la quita se la está dando. "Me importa un bledo; no hay nada que hacer", decía el primero. "Déjate de banalidades"- reaccionó el segundo- "Hay que tachar de idiota a todo el que quiera resolverlo; hagamos desaparecer al problema disolviéndolo". "Tiene que tener una solución"- seguía pensando el tercero-. "habrá que hacer un planteamiento que hasta el momento no se nos haya ocurrido. Hay que insistir en la búsqueda". Así fue como se resolvió el "insoluble" después de muchos siglos gracias a la constancia de algunos y al nuevo planteamiento. Somos un gran jurado para nuestros opositores y tenemos que seleccionar al ganador. De lo que aprobemos depende nuestro futuro.

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