El callejón del gato

El insulto en la política

Subscribo al cien por cien las palabras del empresario y presidente de la CEOE Antonio Garamendi

Entre mis amistades e incluso en mi entorno familiar podemos tener posiciones políticas diferentes, lo cual me parece muy loable porque la diversidad es lo normal cuando se cuenta con un régimen democrático. No tenemos ningún problema para relacionarnos, mostrar nuestras preferencias y rebatir con argumentos aquello con lo que no estamos de acuerdo, sin elevar el tono. También hay veces que coincidimos en algunos supuestos y, sobre todo, en ningún caso peligra nuestra buena relación. Tengo la plena seguridad de que la mayoría de los españoles ejercen un comportamiento similar porque, en caso contrario, la convivencia sería un caos al descubierto que, de hecho, no se percibe en el ambiente. Lo que si percibimos es el comportamiento de algunos políticos que han hecho del insulto una práctica habitual cada vez que abren la boca. Son generadores del odio que se manifiestan a pecho descubierto, supongo que con el ánimo de atraer voluntades a su causa. De la misma manera hay quienes dicen ser periodistas que, según aprecio en sus intervenciones, para nada hacen uso de su profesión transmitiendo noticias procedentes de sus investigaciones, dedicándose en exclusiva a expresar su inquina en tertulias donde predomina el griterío. Y no es extraño encontrar en las redes sujetos influenciados por la cultura del insulto que lo practican contra quienes consideran que no pertenecen a su mundo, en lugar de rebatir con argumentos aquello con lo que no estuvieran de acuerdo. Ante el tópico malintencionado de generalizar diciendo que "todos los políticos son iguales", mantengo mis discrepancias ya que sé distinguir, y no todos se expresan de la misma manera. Con respecto a los injuriosos no es necesario que dé nombres porque, como ya he dicho, se manifiestan sin tapujos y están a la vista. Son personas a las que ni siquiera la grave situación que estamos padeciendo con el COVID-19 les pone freno a la agresión verbal que practican, sino que, por el contrario, la utilizan como un motivo más para arremeter contra el adversario. Los ciudadanos que desde distintas posiciones sabemos comportarnos, no nos merecemos que algunos políticos desaprensivos hagan de la pandemia un uso maléfico, según les convengan a sus intereses personales. Subscribo al cien por cien las palabras del empresario y presidente de la CEOE Antonio Garamendi, cuando dice refiriéndose al COVID-19 que si hay éxito es de todos y si hay fracaso también es de todos.

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